El Frontón Condal, fue uno de los locales más famosos que tuvo la ciudad dedicados al deporte del frontón al final del siglo XIX. Estuvo situado en la esquina de la calle Balmes con la calle Rosellón, en el lugar en el que hoy está situada la Universidad Pompeu Fabra, frente a las vías del ferrocarril de Sarria, (los actuales ferrocarriles catalanes), cuyo recorrido hasta la villa de Sarria, lo hacía por la superficie, no fue hasta 1929 que se produjo el primer soterramiento de la línea desde Plaça Catalunya a el desvió en Muntaner.
Para la construcción del frontón, se contrató al arquitecto, escritor y editor, Francisco Rogent Pedrosa, al cual se le solicito que construyera un edificio con categoría al que pudiera acercarse sin problemas la burguesía de la ciudad.
Rogent construyo el frontón cubierto más largo que se había construido hasta la fecha en la ciudad, con una pista de 68 metros de largo. Tenía una altura de tres pisos con una fachada realizada toda de piedra, rematando la construcción con una claraboya que daba a la sala una iluminación natural.
El interior estaba dividido en cuatro gradas, la primera a pie de pista y las de los tres pisos cada una con una categoría diferente, entre los palcos del primero y las gradas del tercero, los cuales daban un aforo cercano a los 5.900 espectadores.
Fue inaugurado con motivo de las fiestas de la Merced el día 24 de Septiembre de 1896, ofreciendo un partido especial con un partido de parejas fuera del programa de abono, de presentación, resultando el acto un acontecimiento social ciudadano.
Como en todos aquellos edificios de la época en edificio tenía en la parte posterior un hermoso jardín para que no solo los espectadores y también los socios de “La Real Sociedad del Sport Vasco” que tenía su sede en, Barcelona, con el propósito de fomentar la afición del deporte de la pelota vasca en la ciudad, pudieran disfrutar, de la relajación que daba el bellísimo jardín.
. Como no podía ser menos, el local también disponía de una elegante cafetería, en la que se podía tomar un tente en pie en los descansos de los partidos o una cena ligera y rápida por las noches.
La gran capacidad del local, dio la oportunidad a sus gestores, de poder programar ocasionalmente, otros deportes diferentes a la pelota vasca. Combates de Boxeo, Lucha Grecorromana, enfrentamientos de esgrima, bailes y actuaciones de artistas, eventos puntuales y en época de elecciones al gun mitin político o sindicalista, hasta su cierre definitivo en 1924. No fue motivado en ningún momento por la falta de asistencia de público, ni por una programación errónea.
La fiebre constructora que en aquella época padeció el ensanche hizo que los constructores pusieran los ojos en las grandes solares y en las edificaciones dedicadas al mundo efímero del espectáculo el Frontón Condal no podía ser una excepción.
El día 1 de abril de 1924, se empezó con su derribo y un día después el Mundo Deportivo publicaba una crónica en la que aparte de comentar la noticia, hacía una crítica a las personas que con su falta de compromiso habían consentido que se perdiese el edificio dedicado al deporte del frontón. Según el diario desaparecía un frontón único en el mundo.
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