La historia del desaparecido restaurante Maison Dorée, que estuvo situado en el número 22 de la plaza de Cataluña en la esquina con Ribadeneyra, empieza cuando los hermanos Michel y Charles Pompidor, de ascendencia francesa, poseedores de una fonda en Tarrasa. Conocedores de que Barcelona había sido elegida como sede la Exposición Universal en 1888, deciden trasladarse a Barcelona para montar un restaurante.
EL POMPIDOR DE LA PLAZA REAL
Su primer local lo abrieron en La Plaza Real, con el nombre de » Pompidor”, pero viendo la aceptación que tiene su cocina y conocedores de la existencia de un local libre en la Plaza Cataluña, deciden dar el gran salto y abrir lo que sería el nuevo restaurante.
LA MAISON DORÉE DE LA PLAZA CATALUÑA
Se ponen en contacto con el constructor August Font i Carreras para que les convierta el local que han adquirido en uno de los suntuosos y lujosos de la ciudad, que ellos se encargaran de realizar el resto.
August Font desarrolla un ambiente imitando al restaurante del mismo nombre que él había visitado en Paris logrando una comodidad y suntuosidad encomiable, llegando a mejorar al de la capital de Francia. El Maison Dorée fue el primer local en Barcelona que instalo una puerta giratoria. Se comentaba que con la energía creada al entrar y salir los clientes hacían funcionar la máquina que molía el café, situada en el sótano del edificio.
EL ESTABLECIMIENTO
En el sótano estaba dedicado a los servicios necesarios para el buen funcionamiento de los dos pisos superiores: una espectacular y grandiosa cocina, la despensa, unas grandiosas neveras y una bodega magistralmente ambientada con unos caldos del gusto más exigente.
En la planta baja había un primer espacio dedicado a café-restaurante con acceso desde la Plaça Catalunya y más adentro un gran salón, destinado exclusivamente a banquetes y comida a la carta, con una capacidad para 300 personas, al que se podía acceder directamente por la calle Rivadeneyra.
La decoración estaba realizada a base de unas artísticas columnas de hierro fundido con motivos florales, destacaban conchas doradas y unos apliques en el techo con cristales de colores, El mobiliario en maderas finas había sido adquirido en Paris.
La sala destinada a salón comedor tenía una capacidad para 300 comensales. Fue decorada con cuadros de Antoni Ferrater, Joaquim Vancells, Ríos, Urgell y Gual. La cafetería fue obra de Alexandre de Riquer.
El primer piso, al igual que la planta baja, estaba dividido en dos partes. Una sala dedicada a comedores privados con una sala de descanso con piano y unas habitaciones para clientes especiales de fuera de la ciudad. La otra sala destinada a banquetes con capacidad para 150 comensales, tenía una gran terraza-jardín y un conjunto de servicios complementarios de guardarropías, aseos, tocador para señoras y sala de fumadores.
Para la cocina no dudaron en contratar al célebre chef Blancher quien hizo famosos sus macarrones a la italiana, que estaban aromatizados con trufas, tal y como lo exigía en sus comidas, el compositor de ópera Gioacchino Rossini. El cubierto constaba de cuatro entrantes, y costaba, ”5 Ptas».
En sus salones se celebraron fiestas siendo un lugar de celebraciones, donde concurrieron personalidades tales como Santiago Rusiñol, el arquitecto Puig i Cadafalch, Isidoro Nonell, Ramón Casas y un largo etcétera.
Cuando El rey Alfonso XIII, visitaba Barcelona, era frecuente que fuera a comer a sus salones. El local era el punto de encuentro de la mejor sociedad de la ciudad.
El local de celebración para la realización de banquetes siempre tenía actos para celebrar aunque algunos parecieran incomprensibles, ya que el 2 de octubre de 1907, en el local se celebró un banquete organizado por los diputados y senadores de Solidaritat Catalana, en homenaje a las víctimas del atentado de Hostafrancs (desconozco si las víctimas estaban para celebraciones).
El 23 de mayo de 1909 se celebró un homenaje a don Àngel Guimerà.
Michel y Charles Pompidor, habían conseguido triunfar en el mundo de la gastronomía y su futuro se presagiaba imparable, pero el banquero Evaristo Arnús Ferrer, había puesto sus ojos en el edificio en donde estaba instalado el restaurante la Maison Dorée, y el banquero, adquirió todo el edificio para construir la sede central de la Banca Arnús.
UNA COPIA MALA DE LA MAISON DORÉE
El 15 de junio de 1918, los hermanos Pompidor, vieron destrozado su sueño, siempre el pez grande a acabado por comerse al pequeño. Cerró sus puertas y un tiempo después se abrió un nuevo restaurante Maison Dorée en el número 7 de la plaza de Cataluña, pero jamás alcanzó la misma categoría. Dicen, que segundas partes nunca fueron buenas.
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