Barcelona se enorgullece de haber sido cuna de grandes joyeros que no solo triunfaron en la ciudad, sino que llevaron su fama a todo el mundo. Sería monótono enumerar la cantidad de excelentes joyeros que ha tenido la ciudad, sin embargo, siempre hay nombres que, por la dimensión lograda a través de los años, consiguen una relevancia en su época que es reconocida a través del tiempo.
FRANCESC CABOT FERRER
Este es el caso de Francesc Cabot i Ferrer, nacido en Mataró, de profesión orfebre, que había continuado con el oficio de sus padres y se había especializado en la realización de joyas tradicionalmente de estilo catalán. Esta pasión por las joyas le hizo conocer en su juventud a Rosa Rovira i Balanzó, descendiente también de una familia de joyeros. Este amor por la joyería les hizo pensar, después de su casamiento, en desplazarse a la ciudad condal y abrir su primer taller-tienda en la ciudad.
1842 PRIMERA PERFUMERIA EN LA CALLE ARGENTERIA
Su primera tienda la abrieron en 1842, en el número 35 de la calle Argenteria, en la que se concentraba el mayor número de joyeros de la ciudad. Francesc Cabot i Ferrer se le atribuye ser el autor del Tabernáculo de las Santas de Mataró, de un cáliz de oro para Pío IX y un pectoral del obispo Urquinaona. Con motivo de su muerte en 1895, el negocio se convierte en la Joyería Vda. de Francesc Cabot e Hijos y cambian de local al número 61 de la misma calle, donde juntaron tienda y vivienda familia.
1899 SEGUNDA JOYERÍA EN LA CALLE ARGENTERIA
A finales de 1899 la joyería se trasladó al número 21 de la misma calle. Después de la muerte de Francisco Cabot se incorporaron al oficio sus hijos Francesc, Emili i Joaquin. Estos obraron importantes piezas de joyería, de orfebrería civil y religiosa y también instrumentos musicales. Los hermanos conseguido colocar la joyería a la altura de las de Masriera o Bagues. Para piezas de orfebrería determinadas contaron con la colaboración de escultores del momento.
LA JOYERÍA DE LA CALLE FERRAN
Con el paso del tiempo la tienda pasó a un tercer local, en el número 61 la calle Ferran.
1905 LA JOYERÍA DE LA PLAZA CATALUÑA
En 1905 se abrió la cuarta sede, en el número. 17 de la plaza de Catalunya.
De 1922 a 1924 se llevaron a cabo diversas reformas, y reabrió con el nombre Joaquim Cabot, sucesor de Viuda e Hijos de Francisco Cabot hasta 1931.
La firma participó en diferentes exposiciones, en las que su obra fue reconocida con diversos galardones; destacamos el Gran Diploma de Honor y la Medalla de Oro del arte litúrgico, en las exposiciones que tuvieron lugar en Roma durante los pontificados de Pío XI y León XII.
1931 LA JOYERÍA JOAQUIM CABOT
En 9 de febrero de 1931, con ocasión de un nuevo traslado, Joaquim Cabot dejó la dirección de la joyería a cargo de su yerno y de su nieto, durante cuatro años. La nueva sede, la quinta, en el número 636 de la Gran Vía de les Corts catalanes, fue condecorada por Marco Santiago.
Cuando en retomó la dirección la tienda pasó a llamarse Joyería Joaquim Cabot.
En esta época la firma hizo la corona de la Virgen de Queralt, y la corona, el cetro, los candelabros y otras piezas para el ajuar de la Virgen de Montserrat.
1950 RELEVO GENERACIONAL
En 1943, ya cumplido el centenario de la fundación de la joyería, se cerró el quinto establecimiento, y 1946 Joaquim Cabot se retiró del negocio. En 1950 su nieto Jordi Soler Cabot se asoció con Enrique Doménech López y abrió una joyería en el número 11 del paseo de Gracia.
1951 JOYERÍA SOLER-CABOT
En 1978, dos años después de su muerte, sus hijos abrieron una nueva la joyería Soler-Cabot en la plaza San Gregorio Taumaturgo.
De esta relevante y extensa familia de joyeros catalanes destacaremos la figura de Joaquín Cabot, un hombre polifacético, culto, refinado y viajero.
JOAQUIM CABOT I ROVIRA
Ejerció de orfebre, escultor, poeta, financiero, político, conferenciante, escritor de libros de viajes y de artículos para periódicos. Había nacido en 1861 en Barcelona, en la calle de la Argenteria. Cuando tenía diecisiete años murió su padre, y es puso a trabajar de aprendiz en un almacén de droguería.
A los veinte años terminó el aprendizaje de joyero, y se quedó en el negocio familiar, un negocio creciente donde faltaban trabajadores. Ya en estos años , sentía un gran interés por la lengua y la cultura catalanas y por el arte en general.
Se hizo suscriptor de las revistas Lo Gay Saber y La Renaixença. Asistía a los Jocs Florals, exposiciones de pintura y escultura especialmente en la antigua Sala Parés y los conciertos de Clavé los jardines del Tívoli. Fue gran amigo del poeta Francesc Matheu i Fornells, el editor de la Ilustració Catalana i La Lectura Popular.
Frecuentaba los Quatre Gats y asistía a las Fiestas Modernistas de Sitges, organizadas por Santiago Rusiñol. A la tercera, en 1894, junto con el Pere Romeu, Albert Llanas, Josep Pascó, Ramon Casas, Eliseo Meifrén, Ramon Pichot, Aurelio Tolosa, Joan Brull, Enric Clarasó, Frederic Soler y Rovirosa, Josep Yxart, Narcís Oller, Joan Maragall, Frederic Rahola y Josep Puig i Cadafalch participó en la comitiva que desde la estación del tren hasta el Cau Ferrat se organizó para trasladar los dos cuadros del Greco que Rusiñol había comprado en París.
Asistió a las tertulias literarias la de la Colla dels Vells o d’en Matheu, de 1912 a 1936. Fruto de estos encuentros fueron los pequeños libros llamados Els Llibres de la Colla en los que Cabot escribía poemas y que se distribuyeron entre los mismos autores y se daban a los que estaban homenajeados en las excursiones colectivas. Tradujo al castellano La Doctora, obra de teatro estrenada en el Principal de Barcelona.
Escribió los libros De fora casa, 1898, A cop calent, 1903, El cant del cigne, 1938. También, con el seudónimo de Dr.. Franch, escribió en La Renaixensa, desde donde ejerció una gran influencia, no sólo en el mundo de las artes..
Ocupó cargos importantes en las principales asociaciones económicas y culturales de Barcelona. Fue secretario de los Jocs Florals desde 1884, mantenedor en 1888, nuevamente secretario en 1889, tesorero en 1908. Fue premiado con la copa del consistorio en 1924.
Presidente de la Diputación de Barcelona y patrocinador de la edición de cien mil ejemplares de las Obras completas de Verdaguer por cuenta de esta institución. Del 1912 a 1920 fue diputado provincial en Barcelona. Cooperando en la constitución de la Mancomunitat de Catalunya.
Presidente de la Cambra de Comerç i Navegació 1921 a 1926, y de la Fira de Mostres. ocal de las juntas del Fomento del Treball Nacional y de la Lliga de Defensa Industrial i Comercial, de la junta administradora de la Casa de la Caritat, del Banco Vitalicio de España, de la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis y de la Societat Tibidabo, S.A.
Presidente de los acreedores de la Agrupació del Banc de Barcelona y de la Cinematográfica Verdaguer Cinaes, de la Companyia General de Magatzems de Dipòsits, del Ferrocarril Metro Transversal y del consejo del Banc Comercial de Barcelona, de Tívoli S.A. Miembro de las directivas de la Associació Artística y Arqueològica de Barcelona, del Foment de les Arts Decoratives, de la Societat Catalana de Concerts y del Orfeó Català.
Director-fundador de la Veu de Catalunya y militante de la Lliga Regionalista. En 24 de noviembre de 1897, cuando el coro del Orfeó volvió de participar en el Concurso Internacional de Orfeones celebrado en Niza, Joaquim Cabot los recibió en el antiguo local de la plaza de Sant Just con un poema que había escrito inspirado en la coral.
Cuando en 1900 hubo elecciones para elegir al vicepresidente y otros cargos del Orfeó Català, estuvo propuesto, Cabot, que también era el socio número 2 de la Associació Catalanista d’ Excursions Científiques. Ganó las elecciones y en 1902 obtuvo el cargo de Presidente de la Junta General. Durante su presidencia en el Orfeó Català, de 1901 a 1935, se construyó el Palau de la Música Catalana, obra que fue posible por su acción personal y financiera: gracias a su actividad profesional, la joyería, pudo financiar en varias ocasiones el’ ambicioso proyecto encargado a Doménech y Montaner.
Asimismo encargó la Senyera del Orfeó Català a Gallissà y a Font y Gumà. En 1904 fundó la Revista Musical Catalana. Encomendó al arquitecto Vilaseca la realización del edificio del número 8 la calle Llúria, y a Gallisà las baldosas del Padrenuestro en catalán para el Santuario del monte de los Olivos de Jerusalén.
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