Los orígenes de la fábrica de galletas Solsona tuvieron lugar en los finales del siglo XVIII. La sociedad tenía la necesidad de producir un alimento para que los marineros embarcados pudieran tener un alimento que supliera al pan en sus comidas y que además de ser sustitutivo del pan para acompañar sus comidas.
El producto conocido como las “Galletas de Mar”, también debería tener un cierto nivel alimenticio. Esto que en principio estuvo pensado como un alimento de los marineros en sus periplos náuticos, pero a medida que pasaba el tiempo, poco a poco tuvo que ir variando ya que las fábricas que habían creado no conseguían los cupos de venta necesarios para su supervivencia.
Los fabricantes fueron adaptándose a formatos y formas que resultaran más atractivos para los clientes terrestres y uno de ellos Pedro Solsona consiguió el primer prototipo que fue el inicio de la fabricación de las actuales galletas.
1888 FÁBRICA EN LA CALLE ARAGÓN
Uno de los pioneros Pedro Solsona que había montado un negocio de chocolates y pastelería en Mataró aprovechando el auge que había en Barcelona después de la Exposición Universal de 1888, decidió ampliar su negocio trasladándose a Barcelona donde monto su primera fábrica en la calle Aragón.
FABRICA EN LA CALLE BORDETA Y EN POBLENOU
Años después continuo la progresión del negocio y se trasladó a la calle Bordeta. Como la progresión continuaba construyo una nueva fábrica, en la calle Wad-Ras (hoy Josep Trueta) con calle Dos de Mayo (hoy calle Ávila), en el barrio de Poblenou, la cual fue inaugurada el 9 de enero de 1917.
En Pedro Solsona viendo el éxito de la empresa en 1929, la convirtió en sociedad anónima, en ese momento nació la nueva empresa Galletas y Chocolates Solsona Rios, S.A.
1964 FABRICA EN MARTORELL
En 1964 Galletas Solsona siguió creciendo y abrió otra nueva fábrica en la localidad de Martorell. Un año más tarde 1965 la empresa lanzó una campaña que alcanzo un éxito extraordinario con un anuncio que sonaba tanto en radio como televisión promocionando una nueva galleta.
La nueva galleta se llamó “222” y en el anuncio que fue pronto conocido por los espectadores u oyentes decía “222 la galleta que se pide por su número 222”. La 222, llegaba competir con la conocida galleta “María” que había sido creada por los ingleses a raíz de la boda de la Gran duquesa María Aleksándrovna de Rusia y el príncipe Alfredo, hijo de la Reina Victoria.
La única diferencia a simple vista estaba en que las galletas Marías eran redondas y la galleta 222 era una galleta rectangular y un poco más tostada.
Posteriormente Galletas Solsona lanzó al mercado el chocolate Kubala en recuerdo a el histórico jugador y entrenador del Futbol Club Barcelona.
Para conseguir crear una fidelización entre los niños, Solsona lanzo al mismo tiempo que el chocolate una colección de cromos que tuvo un gran éxito.
Otra colección que tuvo una gran aceptación esta ya para las personas mayores fue una colección de fotografías estereoscópicas, bajo el nombre de «Las bellezas de España».
La gran popularidad alcanzada por la fábrica hizo que a principios de la década de 1970, la empresa alemana Balshent, pensara en la incorporación de la fábrica a su multinacional haciéndole una oferta para formalizar su compra de 500 millones de pesetas. La Fábrica Solsona que en aquellos momentos tenía cuatrocientos ochenta trabajadores y estaba en su mayor popularidad rechazó la oferta de la alemana Balshent.
La negativa de venta de Galletas Solsona, hizo que la multinacional que quería establecerse en España, girara sus miradas hacia otra fábrica cercana y clara competencia de Galletas Solsona que también estaba instalada en la zona de Pueblo Nuevo y que no era otra que “Galletas Loste”.
El lanzamiento de la fábrica alemana no tardo en producir una bajada en las ventas en Galletas Solsona en 1977 Galletas Solsona presentara la suspensión de pagos que no fue aceptada. Una parte importante del antiguo edificio se salvó de su derribo, instalándose en el local un Laboratorio de Nuevas Tecnologías.
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