La historia del primer y desconocido teatro Talía que tuvo la ciudad, empezó a mediados del siglo XIX, en el tramo de la vieja muralla entre las torres de Canaletes y el Portal del Ángel, junto al claustro de la iglesia de Santa Ana.

ruinas monasterio Santa Ana, 1855 murallas derruidas

Todavía era reciente el derribo de las murallas que habían empezado en 1854, el problema del espacio de delante de ellas correspondiente a las manzanas 39 y 40 del plan Cerdà, era un problema de difícil solución y la urbanización no llegaba a la zona.

UN BARRACÓN RENTABLE

Pronto los feriantes echaron sus ojos en los terrenos del lugar para montar sus barracones de madera. En el espacio que había delante de la iglesia (actual calle Ribadeneyra), fue aprovechado para construir un barracón de madera en el que, a partir de 1867, se abrió un pequeño local de baile.

Tal fue el éxito de asistencia que tuvo el local, que, al verano del año siguiente, sus propietarios pensaron que, para evitar las trifulcas que en ocasiones se organizaban a la salida del baile, podían realizar un cambio de negocio y montar un escenario donde poder ofrecer actuaciones teatrales. Como el local era muy rudimentario y la posibilidad de contratar a buenos actores y representar obras de calidad era escasa, se inclinaron por representaciones de espectáculos inspirados en pasajes de la historia sagrada o de la mitología griega. Esto que al principio tuvo éxito, posteriormente fue declinando, por lo que sus propietarios nuevamente iniciaron un nuevo cambio en la oferta del local.

EL BOOM DEL CAN CAN

El baile del can can llegó a París en 1830, y rápidamente se convirtió en un éxito. Las bailarinas vestían medias de red, faldas cortas y tacones altos, y realizaban movimientos provocativos que escandalizaban a la sociedad de la época.

El baile del can can fue prohibido en varias ocasiones, pero siempre volvía a resurgir. En poco tiempo llegarán los ecos del Can-can a Barcelona gracias a los empresarios más atrevidos.

EXITOS Y TRIFULCAS

Los empresarios aprovecharían el antiguo escenario para las actuaciones de las bailarinas, y sustituirían las antiguas sillas por mesas y sillas para contemplar el espectáculo y, de paso, tomar alguna bebida. Pronto comprobaron lo acertado de haber sido uno de los primeros locales en presentar el espectáculo, que entusiasmó a unos y escandalizó a otros. Esto provocó que la prensa de la época comentara a diario las trifulcas que, en algunos momentos, se producían en el local, que en algunas ocasiones iban más allá de las simples palabras.

1872 EL FIN DEL BARRACON POLÉMICO

La noche del 4 de julio de 1871, al terminar la función, hubo una revuelta muy violenta que acabó con la vida de dos militares. Pese a la discrepancia que había entre el público asistente y el que estaba en contra de tal obscenidad, las crónicas de entonces apuntan que coincidiendo con las Fiestas de la Merced de 1871, el rey de España Amadeo de Saboya, que estaba de visita en la ciudad, se dirigió una noche al Talía para poder comprobar lo que se comentaba del espectáculo, y que, al ser reconocido por los espectadores que estaban contemplando el espectáculo, correspondió a los aplausos del público asistente.

El enfrentamiento entre los pros y los contras iba cada día en aumento, lo que provocó que las autoridades tuvieran que tomar cartas en el asunto, ya que cada noche, ya no solo dentro del local, sino en el exterior, se producían fuertes enfrentamientos que terminaron con el cierre del Talía en 1872.


Si le ha gustado la web La Barcelona de antes Puede seguirme en La Vanguardia en Autores
Y si desea conocer más sobre Barcelona en:

Barcelona Memory en la web y en You Tube:

EL PRIMER TEATRO TALÍA

Navegación de la entrada