Cuando Ildefons Cerdà planificó el Ensanche “L’Eixample”, proyectó también a lo largo de la ciudad todo tipo de servicios necesarios para la habitabilidad de sus ciudadanos. No obstante jamás pensó el crecimiento tan rápido que tuvo la derecha del eixample, por lo que nunca proyecto un mercado en aquella zona de la ciudad.
LA ZONA DEL FUTURO MERCADO
La manzana en la que se ubica el edificio del mercado entre las calles de Aragón, Valencia, Bruc y Gerona fue adquirida por el ayuntamiento al abogado Joan Pla i Moreau (aunque algunas versiones no le dan la propiedad total de los terrenos). Como el solar era muy grande el ayuntamiento lo destino para construir una escuela para personas ciegas en la esquina de las calles Valencia y Bruc, (hoy en día Conservatorio Superior de Música).
Como ya se estaba estudiando la apertura de la Vía Layetana el ayuntamiento, pensó en trasladar a la zona la iglesia de la Concepción situada junto con su magnífico claustro en el cruce de Junqueras y que formaban el Convento de Junqueras el cual se desmontaría piedra a piedra para montarlo en su nueva ubicación.
También se construyó la Tenencia de Alcaldía del Distrito IV, hoy en día sede del Distrito de L’Eixample, en la esquina de las calles de Aragón con Bruc, edificio que ha quedado pequeño y que ha sufrido el traslado de las oficinas de L’OAC a un edificio cercano en la misma calle Aragón.
LAS OBRAS DEL MERCADO
El ayuntamiento construyó el Mercado en una isla del centro de la manzana dejando cuatro pasajes a los lados para la entrada de los clientes, los cuales fueron bautizados con el nombre de Passatge Pla en memoria de su primer propietario.
Se comenta por parte de varios historiadores que a finales del siglo XVIII ante la falta de establecimientos de alimentación en la zona eran varios los payeses que ponían en el lugar sus puestos de venta al aire libre.
El encargado de su construcción, no fue otro que el entonces arquitecto municipal Antoni Rovira i Trias hijo del maestro de obras Antonio Rovira i Riera, que también construyo entre otra cosas los mercados de San Antonio y Hostafrancs, los cuales tienen una similitud de construcción. La estructura metálica al igual que la de los otros mercados fue realizada por la empresa “La Maquinista Terrestre y Marítima”, que estaba ubicada en el inicio del barrio de la Barceloneta.
1888 SE INAUGURA EL NUEVO MERCADO
El proyecto del Mercat de la Concepció fue finalizado en 1885 aunque la construcción por motivos económicos no empezó hasta 1887.
Era un edificio aislado con una sola planta, con tres cubiertas a dos aguas, la central más alta para facilitar la entrada de luz natural. La nave central tenía 21 metros de ancho y las dos laterales 8,5 cada una.
Al igual que en el mercado de San Antonio, Rovira i Trias construyó el edificio con obra vista y al igual que sus homólogos la cubierta del mercado estuvo realizada con elementos de cerámica vidriada con el fin de conseguir una limpieza con la lluvia.
Fue inaugurado el 26 de setiembre de 1888 por el alcalde de Barcelona, Francesc de Paula Rius i Taulet, como el Mercado de la Derecha del Ensanche “Mercat de la Dreta de l’Eixample”, aunque por poco tiempo ya que una parte del público con motivo de su proximidad con la iglesia de la Concepción lo llamaba cordialmente mercado de “La Concepción”, nombre con el que quedo bautizado hasta nuestros días.
1996-1998 REMODELACIÓN INTEGRAL
Entre 1996 y 1998, el Ayuntamiento llevó a cabo una remodelación integral del mercado a cargo del arquitecto Alberto de Pineda Álvarez, en la que realizo una excavación para incluir un sótano en el queso unificaron las nuevas cámaras nuevas cámaras frigoríficas y un aparcamiento de vehículos.
Los nuevos tiempos aconsejaban dotar al mercado con unos puestos acordes con las nuevas tendencias y necesidades,, se aprovechó la reforma para construir un aparcamiento no solo para los clientes sino para los transportistas, ya que los tiempos habían cambiado y la zona era de difícil aparcamiento.
Durante décadas, el mercado contó con un vecino único: Can Ravell, una joya gastronómica fundada en 1929 por Ignasi Ravell. Su hijo, Josep Ravell, convirtió el antiguo colmado Estrada en un templo donde se encontraban políticos y otros personajes de todo tipo. Can Ravell cerró sus puertas el 7 de diciembre de 2016. Pero esta ya es otra historia…
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