convento de San José en la Rambla de Barcelona.

UN CONVENTO CARMELITA

 

área de la zona

En el mismo lugar en donde hoy se encuentra situado el Mercado de San José (conocido como la Boquería), fue construido entre los siglos XVI y XIX, el Convento de San José, por iniciativa del carmelita Juan de Jesús Roca (amigo personal de Santa Teresa de Ávila y San Juan de La Cruz), el primer convento de los padres carmelitas descalzos de la ciudad.

 

Juan de Jesús Roca recibió por parte de Felipe II, la autorización para construir una pequeña iglesia de madera, que fue inaugurada el 25 de enero de 1586. Posteriormente en el mismo lugar se construyó (con la piedra, de la construcción de la antigua fortificación de la puerta sur de la ciudad), el convento de Los Josepets, cuya capilla no se levantó hasta el 1680.

fachada del convento de San José

Con la construcción de la tercera muralla del Raval, en el siglo XV, que obligó a desviar la riera “d ‘en Malla” (que bajaba desde Collserola hasta el mar, por Rambla Catalunya, a la altura de la calle Caspe) propicio que el antiguo recorrido de la riera se empezara a urbanizar y convertir, el antiguo recorrido en un paseo que termino con la urbanización de las actuales Ramblas.

Este momento fue aprovechado por las congregaciones católicas, para empezar a construir sus conventos a las afueras de la antigua muralla, en los terrenos que hasta entonces quedaban fuera de la ciudad esto suponía quedar bajo la protección de la ciudad y librarse así de las escaramuzas de los piratas y bandidos. al mismo tiempo estar cerca de los feligreses, para que pudieran asistir sin ningún problema a la celebración de los servicios religiosos.

El nuevo convento, era el más antiguo de Cataluña de los pertenecientes al Carmelo Teresiano. En él, estaba la Casa Provincial y el Noviciado. Los carmelitas fundaron en Gràcia un nuevo convento para los novicios conocido por el nombre de «Els Josepets» (1626).

 

UNA IMPRENTA DE REFERENCIA

Las ventanas de las habitaciones, de poco más de medio metro, daban al claustro. En el primer piso, sobre el claustro, se instaló en 1746 la Real Fundición, una fábrica de letras de imprenta, hecho importante, ya que sólo existía en España la construida anteriormente en Madrid. Sus ventanas daban a la Rambla.

Esta imprenta fue pionera de las otras imprentas que fueron construyéndose en Barcelona a lo largo de los siglos XVIII y XIX. En 1800, recibió el título de Real Imprenta, por privilegio de Carlos IV.

Su director, Joaquim Esplugues, inventó en 1833 una nueva máquina de impresión, conocida como «la Carmelitana», que le permitió obtener la exclusiva de fabricación por parte del rey.

 

LA GRAN BIBLIOTECA

En la segunda planta, se encontraban varias estancias, cinco grandes celdas que servían de enfermería y un oratorio. En la tercera planta, se hallaba una de las joyas del convento: la biblioteca.

Esta interesante biblioteca, nacida gracias a la donación recibida antes de su muerte por parte del canónigo barcelonés Besora. Esta donación recibida el 6 de marzo de 1665, contó desde su inicio con los 5.573 volúmenes recibidos. Los padres carmelitas no solo los conservaron, sino que los aumentaron, catalogaron y los pusieron al servicio de la ciudad.

Detrás del claustro y del Templo dedicado a San José, que tenía las ventanas en dirección al huerto del convento, se hallaba el noviciado. Esta edificio tenía dos pisos altos, contaba con un corredor y unas 28 celdas, cada una de 2,10 m. x 3,60 m. y 2,55 m. de altura.

El día 21 de octubre de 1832, fue admitido con hábito de seglar el joven Francisco Palau Quer, que el 14 de noviembre de 1832, juraba el nombre religioso de «Francisco de Jesús, María, y José», firmando con su puño y letra las siguientes palabras:

Yo Francisco hago mi profesión y prometo obediencia, castidad y pobreza a Dios y a la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, al reverendo fray Pedro del Carmen, nuestro padre general y a sus sucesores, sin mitigación y hasta la muerte. Cuando hice mi profesión religiosa la revolución tenía ya en su mano la tea incendiaria para abrasar todos los establecimientos religiosos y el temible puñal para asesinar a los individuos refugiados en ellos».

Francisco Palau, pasó a dirigir el convento de Barcelona, esto puede explicar la facilidad con que Palau publicara libros por su cuenta y fundara un periódico como un entendido en el arte de la imprenta.

La comunidad estaba formada por 50 religiosos. Entre los que influyeron de modo especial en el P. Palau, destaca el provincial, P. José de Santa Concordia, cuya relación se había iniciado en el Seminario de Lérida. También influyó el maestro de novicios, P. Francisco de Jesús Nazareno, habitante por varios años en el desierto de Cardó, de fuerte personalidad y que transmitió a Francisco Palau su amor a la vida solitaria y penitente.

Otra influencia fue el P. José de los Reyes, quien además de predicador, bibliotecario y archivero de la casa, era el director de la hermandad de las Esposas de la Cruz (cofradía de señoras en forma de semiterciarías), nombre que evoca la primera fundación femenina de Palau, bautizada con el nombre de Doncellas de la Cruz.

 EL CONVENTO ACABÓ INCENDIADO EN UNA BULLANGA EN 1835

El Torín, la primera plaza estable de Barcelona.

La tarde del 25 de julio de 1835 se celebró una corrida de toros en la plaza del Torin en la Barceloneta, en la que actuaban Manuel Romero y Rafael Pérez de Guzmán, con toros de la ganadería navarra de Zalduendo. Fue tan grande la mansedumbre y la pequeñez de los toros, que el público indignado, saltó el ruedo matando el último toro a palos, siendo arrastrado al grito de ¡Lo bou gros!.

La muchedumbre enfurecida, que había asaltando e incendiando todos los conventos masculinos de la Rambla: el de La Merced, el de San Francisco de Paula y el de San Sebastián. Atacaron el convento de San José, cuando los padres carmelitas se encontraban cenando en el refectorio. En el convento estaba el padre provincial, el prior y otros nueve religiosos, entre ellos Juan Colomer que fue guiado por Francisco Palau en su huida por el jardín.

 

LA DESAMORTIZACION ACABÓ CON EL CONVENTO

Después del incendio, vino la desamortización y el convento, fue demolido y el Ayuntamiento, en sesión plenaria celebrada el 9 de octubre de 1835, decidió convertir el lugar en uno de los mercados de la ciudad.

El ayuntamiento construyo en el solar, una plaza rodeada de porches con grandes columnas y en el centro, instalo un mercado. El primitivo mercado de San José, se trasladaron (de una manera temporal), la totalidad de paradas del mercado al aire libre, que estaba situado en la explanada del Llano de la Boquería.

 Este lugar era donde los vendedores ambulantes y labradores de los pueblos y masías, próximas a la ciudad, se instalaban con el fin de vender sus productos y no pagar los aranceles impuestos por venderlos dentro de la muralla.

Finalmente se decidió que su emplazamiento fuera definitivo, lo que aconsejo que para evitar las inclemencias del tiempo de vendedores y clientes, se decidiera construir un techado que dieron comienzo, en el 19 de marzo de 1840, día de San José.

Suprimida la Congregación española de los Carmelitas Descalzos, los exiliados pasaron a depender de forma interina de la Congregación italiana.

El Carmelo Descalzo español resurgió de la exclaustración, con la fundación del Convento de Markina (Viscaya), el 14 de agosto de. 1868, 38 años después. El 3 de diciembre de 1906, el definitorio general de la Orden, acordó la restauración de la Provincia Carmelitana de Cataluña.

En otro capítulo hablaremos de la historia del Mercado de San José “La Boquería”.

Mercado de la Boquería 1910 (foto coloreada).

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Si te interesa la historia de Barcelona no dudes en consultar algunas páginas de referencia:

EL CONVENTO DE SAN JOSÉ DE LA RAMBLA

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