CONVENTO DE LOS CARMELITAS DE BARCELONA

1586 EL CONVENTO DE LA RAMBLA

La construcción del convento de los Carmelitas de la calle Lauria-Diagonal tuvo sus principios, con la llegada a Cataluña de los frailes descalzos guiados por el padre Joan de Jesús Roca.

El primer convento abrió sus puertas en el camino que hoy conocemos como las Ramblas, el 25 de enero de 1586 bajo la advocación de San José.

Poco después se decidió la construcción de un nuevo convento fuera de las murallas para acoger el noviciado de los aspirantes. El convento de Nuestra Señora de Gracia y de San José fue construido en 1926 en la futura villa de Gracia. Popularmente se le conocía como los “Josepets” porque en él estaban los jovencitos que iban para monjes. En 1985, tras los acontecimientos de julio ambas casas hubieron de abandonarse.

Con la vuelta de la orden religiosa se construyó la iglesia de los Carmelitas en la actual Avenida Diagonal 424, esquina con Roger de Llúria proyectada junto a un convento construido por Josep Domènech i Estapà.

La primera piedra del convento fue colocada el 25 de marzo de 1909.

La construcción estuvo acabada parcialmente al año siguiente quedando pendiente la construcción de la torre del campanario (de estilo neo mudéjar) que tardo otro año en inaugurarse.

Era de forma cuadrada. En la planta baja tenía un corredor para salvaguardar de la lluvia que rodeaba un claustro interior adornado de finas columnas. Le seguían dos pisos con ventanas con terminación con forma de arco de medio punto de clara inspiración modernista que remataban el convento.

La fachada de estilo modernista contrastaba con un esbelto campanario o torre de estilo neo-mudéjar en la que Domènech i Estapà, había realizado conjuntamente con el decorador Lluís Bru i Salas aplicando en su construcción gran profusión el ladrillo visto y molduras.

La iglesia la empezó a construir Domènech i Estapà en 1910 estilo neo-bizantino. Al morir este fue acabada por su hijo Josep Domènech i Mansana en 1925. La fachada con puerta de arco de medio punto tenía en la parte superior una hornacina con acabado en arco de medio punto que albergaba tres vidrieras del mismo estilo, las cuales daban luz al interior.

El interior tenía una nave central que acababa en la zona del altar y una cúpula visible desde todos los puntos. La fachada de la nave central estaba acompañada de dos laterales con dos pisos con cinco ventanas de arco de medio punto, una ventana mayor en la planta baja y cuatro más estrechas en el piso superior que daban luz a una galería interior. El interior de la iglesia fue decorado con pinturas y mosaicos de tipo bizantino por Lluís Bru i Salelles.

La proclamación del golpe de estado del general Franco le hizo a la congregación ser participe activo de varios acontecimientos que quedaran para la historia. El 19 de julio de 1936, a las cinco de la madrugada, un grupo de oficiales y soldados del Regimiento de caballería de Santiago, del Cuartel de Girona, fueron interceptados por las fuerzas leales a la República y por algunos milicianos armados cuando avanzaban a pie por la calle Córcega en dirección al Cinco de Oros para participar con los golpistas.

Ante el ataque inesperado, el coronel Francisco Lacasa Burgos, el teniente coronel Vázquez Delage, el comandante Rebolledo y la tropa que les acompañaba, decidieron buscar refugio en el convento convirtiéndolo en un fortín en manos de los sublevados. Que quedó sitiado por más de tres mil ciudadanos armados con fusiles y ametralladoras.

El 20 de julio por la mañana se produjo un intento de abortar la ocupación del convento por parte de las fuerzas sublevadas. Se inició un intento de asalto por parte de las fuerzas gubernamentales y los milicianos que les acompañaban.

Ante la virulencia de los combates, la Generalidad trató de conseguir la rendición por medios pacíficos enviando al teniente de Asalto, Nicolás Felipe para intentar conseguir la rendición de los insurgentes. Francisco Lacasa fue informado de que la mayor parte de las fuerzas sublevadas se habían rendido y el general Goded estaba prisionero. Lacasa respondió que no se rendirían.

La negativa enfureció a los sitiadores que reanudaron el ataque con mayor intensidad. Hacia el mediodía la Guardia Civil mandada por el coronel Escobar tomo el mando de la operación y le comunicó a Lacasa que su resistencia era suicida, proponiéndole una rendición honrosa que permitiese perdonarles la vida.

Se evacuaron los heridos al Hospital Militar y el resto fueron entregados a las autoridades militares, para juzgarlos y determinar el grado de responsabilidad de cada uno de ellos.

Al abrirse la puerta principal y salir los primeros militares, los milicianos rompieron el cordón de la Guardia Civil y se realizó un ataque contra los sublevados a base de tiros, machetazos y golpes de culata que pillo por sorpresa a la guardia civil, provocando una bárbara matanza que acabo con la vida del coronel Francisco Lacasa, el teniente coronel Vicente Vázquez Delage, el comandante Antonio Rebolledo, los capitanes Claudio y Pedro Ponce de León y muchos soldados.

En la refriega fueron asesinados tres padres carmelitas: José Tristany Pujol, Juan Páfila Montelló y Antonio Bosch Verdura, al intentar salir del convento junto a las fuerzas rebeldes. El 21 de julio el convento fue asaltado por los milicianos, quemando los objetos religiosos en el patio del claustro.

El 7 de octubre de 1936, los oficiales del Regimiento de Caballería Santiago que no fueron ejecutados durante el asalto, fueron juzgados a bordo del buque Uruguay (antiguo transatlántico Infanta Isabel de Borbón que con la llegada de la republica fue rebautizado y desde 1934, estaba apartado del servicio y estaba amarrado en el puerto de Barcelona, que fue utilizado como cárcel).

Un día después (La Vanguardia en su página 5), comentaba el acto del juicio, en el que los procesados fueron condenados a la pena de muerte y ejecutados en el Campo de la Bota.

Durante el franquismo el convento y la iglesia fueron restaurados, mientras tanto la orden fue alojada en el Seminario Mayor Carmelitano de Filosofía y Teología. Durante un corto espacio de tiempo, también fue residencia de estudiantes.

La especulación inmobiliaria que sufrió la ciudad hizo desaparecer en 1971 el convento y la torre, derribados ambos en su lugar se construyeron varios edificios que cambiaron radicalmente el aspecto del lugar.


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