En la Avenida Virgen de Montserrat número 46, junto a la Plaza Sanllehy, se erguía el cine Sanllehy, un oasis de entretenimiento que deleitó a generaciones de barceloneses. El edificio, obra del reconocido arquitecto José Rodríguez Lloveras, se construyó en el interior de una manzana, lo que supuso un reto arquitectónico considerable.

Los hermanos Oscar y Armando Martí Vicente, propietarios del solar y gestores del cine Monterrey en la calle Castillejos, buscaban un arquitecto de experiencia contrastada para llevar a cabo este proyecto. La ubicación del local, en la parte interior de la manzana, exigía una solución creativa que superara los desafíos de su construcción.

RODRIGUEZ LLOVERAS

Rodríguez Lloveras, con su amplia trayectoria en la construcción de locales de espectáculos, era la persona ideal para este proyecto. Entre sus obras más destacadas se encontraban el antiguo teatro Comedia (posteriormente convertido en cine), el teatro Calderón y los cines Cristina, Waldorf y Jaime I.

En 1928, Lloveras urbanizó el lado montaña de la actual Plaça Francesc Macià. Siete años más tarde, en 1935, volvió a destacar con la construcción del edificio Ferrer Cajigal, ubicado en la misma zona de la plaza.

Rodríguez Lloveras

Su capacidad para colaborar con otros arquitectos, tanto nacionales como internacionales, fue otro de sus puntos fuertes.

En Alemania, trabajó junto a Joanes y W. Krüger, mientras que en España colaboró con figuras de la talla de Puig i Cadafalch y Adolfo Florensa.

Su último trabajo como arquitecto lo llevó a la provincia de Girona, donde diseñó la súper urbanización de Empuriabrava en la población de Castelló d’Empúries.

EL CINE SANLLEHY

El proyecto del cine Sanllehy presentó un desafío particular para Rodríguez Lloveras. La ordenanza municipal que limitaba la altura de los edificios en el extrarradio impedía la construcción de un cine con platea, anfiteatro y sala de máquinas. Ideó una solución sencilla pero efectiva. Al estar el local construido en el interior de una manzana, pudo rebajar el suelo donde se cimentaría el cine, ganando así los centímetros necesarios para no rebasar la altura máxima permitida de 5.5 metros en el exterior.

Una vez rebajados los centímetros necesarios en el suelo y tras adaptar la zona de entrada con unos escalones bajos y anchos, comenzó la construcción del nuevo cine Sanllehy. Este ingenioso truco permitió a Rodríguez Lloveras sortear la restricción de altura impuesta por el ayuntamiento y dar vida a su proyecto.

El rebaje del suelo implicaba que los espectadores accedían al local desde la Avenida de la Virgen de Montserrat a ras de calle. Al final del pasillo, debían bajar unos peldaños para llegar al vestíbulo del cine.

UN ESPACIO ACOGEDOR Y FUNCIONAL

El vestíbulo del cine Sanllehy era un espacio amplio y acogedor, diseñado para ofrecer una experiencia placentera a los espectadores. A ambos lados se encontraban dos escaleras que conducían al anfiteatro y a la sala de máquinas. Las puertas de entrada a la platea, con un aforo de 750 personas, flanqueaban el vestíbulo.

Las vitrinas exhibían atractivas fotos de las escenas de las películas en cartelera y de las próximas proyecciones, despertando la curiosidad y el entusiasmo de los asistentes. No podían faltar los servicios para ambos sexos y una cafetería donde disfrutar de un refresco o de deliciosas golosinas durante la proyección.

El anfiteatro del cine Sanllehy, con un aforo de 281 butacas, ofrecía una experiencia cinematográfica más íntima y cercana a la pantalla. Las puertas de entrada, los servicios y la comodidad de las butacas garantizaban una experiencia agradable para los espectadores.

Como era habitual en la época, el cine Sanllehy no estuvo exento de discrepancias con los inspectores municipales. En algunas ocasiones, las inspecciones revelaban defectos reales, como la falta o la mala colocación de las luces de emergencia o los extintores. En otras, los inspectores parecían esperar una propina para aprobar la inspección sin problemas.

1957 INAUGURACIÓN DEL CINE SANLLEHY

La noche del sábado 5 de octubre de 1957 se inauguró el cine.  Para celebrar este acontecimiento, se proyectó la película «Creemos en el amor», una producción italiana de 1954 que había cosechado un gran éxito internacional.

Esta comedia romántica, dirigida por Mario Camerini y protagonizada por Dorothy McGuire, Rossano Brazzi, Louis Jourdan y Luciana Paluzzi, había sido galardonada con dos premios Oscar: a la mejor fotografía y a la mejor canción por «Tres monedas en la fuente».

La película narra la historia de dos personas que se enamoran en Roma a pesar de provenir de mundos diferentes. Su trama llena de romance, humor y belleza visual la convirtió en una elección perfecta para la noche inaugural del cine Sanllehy.

Antes de la proyección de «Creemos en el amor», los espectadores pudieron disfrutar del semanario NO-DO. Este noticiario cinematográfico, de obligado visionado en la época, ofrecía un resumen de las actividades del régimen franquista, con especial atención a las visitas del dictador Francisco Franco por toda la península.

Gracias a su ubicación en el barrio del Guinardó y a la calidad de su programación, el cine Sanllehy se convirtió rápidamente en uno de los más populares de la zona. Los vecinos lo acogieron con entusiasmo y disfrutaban de las diversas películas que se proyectaban, desde grandes producciones internacionales hasta películas españolas de diversos géneros.

Gracias a su privilegiada ubicación en el barrio del Guinardó y a la excelencia de su programación, el cine Sanllehy se convirtió en un referente cultural de la zona en poco tiempo. Los vecinos lo acogieron con gran entusiasmo y disfrutaban de las diversas películas que se proyectaban, desde grandes producciones internacionales hasta filmes españoles de todos los géneros.

El 31 de octubre de 1967, con motivo del 43º Día del Ahorro organizado por La Caja de Pensiones para la Vejez y Ahorro de Cataluña y Baleares (actual La Caixa), el cine Sanllehy celebró un festival infantil dedicado a fomentar el ahorro entre los más pequeños. Este evento especial puso de manifiesto el compromiso del cine con la comunidad y su interés por promover valores positivos entre los jóvenes.

A pesar de su éxito y popularidad, el cine Sanllehy no pudo escapar a las garras de la especulación inmobiliaria que azotaba la zona. Los solares de la zona, por su gran tamaño y potencial para la construcción de bloques de viviendas, eran codiciados por las empresas inmobiliarias.

La urbanización de la plaza Sanllehy también contribuyó al declive del cine. La nueva configuración del entorno y la construcción de nuevos edificios residenciales afectaron negativamente a la afluencia de público.

En octubre de 1973, dieciséis años después de su apertura, el cine Sanllehy se vio obligado a cerrar sus puertas. El solar que ocupaba fue demolido para dar paso a un edificio de viviendas, poniendo fin a una era de entretenimiento y cultura en el barrio del Guinardó.

El cine Sanllehy ya no existe, pero su recuerdo sigue vivo en el corazón de aquellos que lo vivieron. Fue un lugar de encuentro, entretenimiento y cultura que durante muchos años formó parte de la vida cotidiana del barrio del Guinardó. Su historia es un reflejo de la época y de la importancia que el cine tenía en la sociedad de aquel entonces.


 

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