Leandro Bou, nacido en L’Hospitalet de Llobregat en 1868, era un constructor y promotor inmobiliario con una visión innovadora. A principios del siglo XX, decidió desarrollar su actividad profesional entre Barcelona y la ciudad argentina de Rosario, donde nacerían sus hijos.
Para evitar el tedioso deambular por hoteles en ambos países, Bou encontró una solución práctica: construir dos residencias familiares, una en cada ciudad.
Indignado con la clase política de su época, a la que acusaba de provocar confrontaciones y crisis que derivaban en conflictos civiles, Bou optó por dividir su trabajo entre dos países. Esta estrategia le permitió mantenerse al margen de las turbulentas aguas políticas y enfocarse en su pasión: la construcción.
Lejos de las influencias políticas, Bou pudo desarrollar una trayectoria laboral única. Observando las tendencias en la construcción de ambos países, contribuyó de manera significativa a la cultura arquitectónica del modernismo.
Leandro Bou se caracterizó por cultivar un ambiente afable y armonioso en sus relaciones con clientes y competidores, algo poco común en la época marcada por los choques entre instituciones y clientes. Esta filosofía impregnó toda su vida laboral y la transmitió a sus hijos, quienes también se dedicaron a la construcción.
1903 LA MANSIÓN ENTRE VALENCIA/ENRIQUE GRANADOS
El edificio Casa Leandro Bou, construido entre 1902 y 1903 en el chaflán de las calles Valencia y Enric Granados, es un ejemplo del estilo de Bou. Diseñado por el arquitecto Antoni Serrallach Hernández-Periñán, el edificio refleja la armonía y la elegancia que caracterizaban al constructor.
Características:
- Planta baja principal y tres pisos, rematados por un quinto piso con adornos de piedra.
- Fachada con un piso principal que rompe la simetría de los cuatro pisos superiores.
- Cuatro aberturas centrales en el piso principal con balaustradas de hierro forjado y piedra.
- Dos tribunas semicirculares que abarcan desde el piso principal hasta el superior.
- Ventanas de las tribunas vidriadas con dintel trilobulado y decoraciones florales.
- Dos ejes de aperturas a ambos lados de las tribunas.
En el centro de la fachada se encontraba la puerta de acceso al edificio, enmarcada por un elegante balcón con balaustrada de piedra. La puerta, de madera maciza, daba paso a un vestíbulo con una escalera que conducía a los pisos superiores.
Encima de la puerta principal, en el primer piso, se encontraban dos puertas divididas por una columna. Estas puertas daban acceso a dos estancias diferentes del piso principal, que se caracterizaba por su balcón corrido de hierro forjado. A partir del piso principal, la fachada se distinguía por la variedad de decoraciones en cada planta. Esta característica daba un toque único y personalizado a cada una de las salidas a la calle, reflejando el gusto y la personalidad de los propietarios.
REMODELACIÓN EN LA DÉCADA DE 1920
En la década de 1920, la casa experimentó una importante remodelación que consistió en la construcción de una planta adicional. El modernismo, estilo original del edificio, ya no era el movimiento dominante en la época, por lo que la nueva planta se diseñó con un estilo más sobrio.
La mansarda:
La planta adicional, conocida como mansarda, se caracterizaba por su techo inclinado revestido de placas de pizarra. Esta forma de techo permitió aprovechar al máximo el espacio disponible y crear nuevas habitaciones.
La remodelación también conllevó la eliminación de algunos elementos ornamentales de la fachada original, como los once pináculos que la coronaban. El arquitecto Josep Doménico Mansana, responsable de la reforma, optó por simplificar la ornamentación de balcones y ventanas, dando un aire más moderno al edificio.
LAS MANSARDAS ARRAIGARON EN BARCELONA
La mansarda, ese techo con dos faldones de inclinación diferente, tan característico de la arquitectura urbana, tiene una historia interesante que va más allá de la persona que la popularizó en el siglo XVII, François Mansart.
La idea no era completamente original. Medio siglo antes, el arquitecto Pierre Lescot ya había utilizado una cubierta similar en el ala suroeste del Palacio del Louvre. La principal ventaja de la mansarda es su capacidad para aprovechar al máximo el espacio bajo el techo. La pendiente pronunciada del faldón inferior permite crear habitaciones habitables en lo que antes era un ático inservible.
En Barcelona, muchas casas del Ensanche fueron reformadas a partir de la mitad del siglo XX, añadiendo una planta adicional con mansarda. Sin embargo, en muchos casos, estas reformas no respetaron la estética original del edificio, creando un paisaje urbano poco armonioso.
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