El Canari de la Garriga, Barcelona

La historia del desaparecido restaurante El Canari de la Garriga, empieza cuando Andreu Mestres i Boltà a finales del siglo XIX regreso de la isla de Cuba donde había conseguido una importante fortuna.

Su primer pensamiento fue la de adquirir una serie de terrenos en la primitiva calle Cortes (actual Gran Vía) en la zona de la actual Roger de Llúria. Su primer negocio consistió en alquilar una parte de los terrenos a los artistas andaluces Rafael Calvo y Antonio Vico, que estaban buscado un local en la zona para inaugurar un teatro con motivo de la Exposición Universal de 1888.

Andreu Mestres al contemplar la cantidad de día tras día llenaban el teatro tubo una idea de aprovechando la cantidad de gente que se acercaba al teatro, que sucedería si en el número 23, solar de Roger de Llúria que tenía libre montaba un restaurante y aprovechaba la afluencia de personas en el nuevo negocio.

Esta es en sintaxis el nacimiento del nacimiento a finales del siglo XIX del desaparecido actualmente del restaurante El Canari de la Garriga, nombre que tenía que ver con el amor por su esposa Lola, natural de La Garriga y del cantar de los canarios que le fascinaban y le entusiasmaba su trinar.

Una anécdota para los lectores de este artículo, porque seguro que ya quedaremos pocos de los antiguos clientes del restaurante, en la carta aparecía el dibujo de un canario (Andreu) y una canaria (Lola su esposa la que adoraba), seguidamente aparecían todos aquellos platos que se podían pedir ese día.

Los primeros tiempos después de la inauguración fueron sensacionales porque le empezaron a llegar nuevos clientes, los propios actores del teatro aprovechaban los descansos para salir vestidos por la puerta de Llúria para tomar un refresco sin quitarse la indumentaria de la función. Esto que enseguida advirtieron los espectadores provoco un aluvión de clientes que por sed o para ver de cerca los artistas llenaban el local en las dos funciones diarias.

Al cierre del Teatro Granvía dada la fama que había adquirido de tener un buen servicio y calidad, hizo que todos aquellos artistas, escritores que se habían acercado a el Canari de la Garriga continuaran visitando sus comedores pintores como Utrillo, Isidre Nonell, Ramón Casas, escritores como Santiago Rusiñol, escultores como Enric Clarasó y artistas que actuaban en la ciudad al terminar las funciones se acercaban a tomar alguna cosa al Canari de la Garriga.

Una anécdota poco conocida fue la colección de pinturas que Andreu guardaba en el piso superior y de los dibujos realizado por Picasso en el libro de visitas y que seguro estará en manos de alguna persona como yo antiguo cliente.

La apertura en 1919 del Hotel Ritz convirtió al restaurante en uno de los preferidos de los huéspedes del hotel que preferían salir a salir a tomar algo fuera del hotel y dar una vuelta en aquel trozo de ciudad que quedarse a comer en sus salones, lo que le convirtió en uno de los restaurantes más visitados de los huéspedes del hotel.

Andreu Mestres había conseguido dar a conocer el gran mundo desconocido de la cocina catalana y su buen servicio y calidad había llegado a la alta sociedad y a los intelectuales que en sus visitas a Barcelona pasaban alguna vez por sus comedores. Como era lógico poco a poco Andreu Mestres fue abandonado la dirección del restaurante cogiendo su relevo una descendencia que siguió mimando a sus clientes sin apartarse del tipo de comida catalana.

Durante el periodo de la guerra civil al igual que otros restaurantes de la ciudad sobrevivió esperando tiempos mejores pero sin apartarse de continuar ofreciendo en su mesa la excelente comida tradicional catalana, esto no debió de gustar al nuevo régimen que interpreto cuestiones políticas el tipo de cocina del restaurante.

Ya que una de las primeras cosas que hizo el nuevo régimen, fue detener a Andreu Mestres hijo que llevaba el negocio junto con su hermano.

Juzgados como sospechosos de catalanismo y de haber disparado desde el restaurante contra las tropas fascistas fueron condenados a muerte. La intervención de un antiguo cliente Fernando Fuertes de Villavicencio, logro solventar la posible injusticia que caía sobre los dos hermanos. Se rumoreo que todo vino por causa de un restaurador que había realizado una denuncia falsa.

Esto hirió fuertemente a los hermanos que ya mayores y cansados de tanta lucha decidieron jubilarse en 1977 y dar por terminada su época de restauradores en el Canari de la Garriga

Durante un tiempo los nuevos gestores continuaron con el nombre del antiguo restaurante, no obstante el cambio de en la gestión de la oferta para adaptarla a los gustos más modernos lo que aconsejo realizar una lavado de cara del local fue inaugurarlo como el nuevo Restaurant Llúria.


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