La casa Eusebio Castells, otro de los edificios mutilados de la ciudad, se encuentra en la esquina de la calle Bruc, 36-38 con Caspe 38. Era una de esas casas que cuando la contemplas, te preguntas ¿Qué le pudo pasar al arquitecto cuando a mitad de la construcción realizo un cambio tan brusco con un acabado tan surrealista?
¿Se habían quedado sin dinero paras poder acabarla? ¿Cómo unos inicios tan esperanzadores?, acabaron con un final tan humilde y tan brusco, máxime si alguien te decidía que dicho edificio fue construido por el arquitecto Adolf Ruiz i Casamitjana.
Adolf Ruiz, era un arquitecto modernista adjunto de la ciudad de Badalona que entre otras obras proyecto el edificio de la Rotonda del doctor Andreu situado al comienzo de la avenida del Tibidabo con el Passeig de Sant Gervasi, del que comente un poco su historia con ocasión de los artículos de la calle Balmes.
Y que entre otras obras modernistas en Barcelona construyo:
- La casa Lorenzo Armengol en 1899, en Rambla de Catalunya 125.
- La casa Llosas en 1901-1909, en Girona, 120.
- La Casa Llorenç Camprubí en 1901, Casp, 22
- Las casas Ruiz en Córcega, 215-217 y Provença, 188-190, en 1907.
- Y en Badalona se le recuerda por ser el arquitecto que construyó
- La Escuela del Trabajo entre 1924 – 1925. Actual sede del Conservatorio de Música,
- El Grupo Escolar Ventós Mir en 1924
- La Escuela Lola Anglada en el barrio de Can Canyedó, en 1926
Pero para conocer un poco más del edificio deberíamos trasladarnos primero a sus orígenes y después al desaguisado municipal.
UN EDIFICIO CONSTRUIDO EN 1905
Adolf Ruiz, construyo el edificio en 1905 con una altura de cinco pisos, rematándolo con una cúpula en el centro de la fachada del chaflán y finalizada con un pararrayos, muy habitual en aquella época en los edificios altos, que en previsión de fuertes tormentas, culminaban con la figura ya desaparecida en nuestro tiempo del “Pararayos”, en las terminaciones con cúpula, que daba una categoría especial al edificio.
En el centro de la fachada del piso principal y en el primero, destacaban en el centro de esta dos miradores de piedra y cristaleras adornadas, rematadas en el segundo piso con un balcón de piedra trabajada, el resto de los pisos con diferentes balcones y ventanas, el último piso nuevamente estaba acabado diferentemente, con dos balcones en hierro forjado de hierro y el central también acabado en piedra trabajada, siguiendo en estilo de los pisos inferiores.
Este edificio maravilloso como muchos de los que se construyeron los arquitectos modernistas, se encontró con un momento en que la especulación se instaló incomprensiblemente en la ciudad y con unos gobiernos municipales que permitieron las remontadas sin obligar a los propietarios de entonces la conservación de las características de los edificios, destrozando la riqueza artística de los edificios.
En aquella época el ayuntamiento cedía a las peticiones de todo aquel propietario, que quería aumentar la altura de sus edificios, sin importarle el coste que ello representaba para la destrucción de la riqueza arquitectónica de la ciudad.