La historia del restaurante de Can Culleretes tuvo sus principios a las afueras de las murallas. Su origen tuvo lugar en 1786 con la abuela de Joaquin Pujol Recasens.
Era la portera de un convento de momjas cercano a la desaparecida estación de Martorell. Por las tardes, especialmente los festivos, pasaban paseando las parejas a la salida de la muralla. Sus inicios fueron la preparación de leche de almendras que ofrecía a los paseantes. Ante tal éxito la anciana amplió la oferta con jarabes, horchatas y alguna cosa sencilla para merendar (requesón y crema catalana) esto, como es lógico, acompañado con cucharitas de madera.
Los festivos la portería se llenaba de clientes que entorpecían la vida de retiro de las monjas por lo que prohibieron el pequeñísimo establecimiento.
La abuela decidio abrir el negocio en un lugar más centrico. Lo encontro en la desaparecida calle de Jaime I, donde posteriormente se situaría la farmacia del doctor Casassa y finalmente con la urbanización de la Plaza de San Jaime, en el ricón de la Plaza, el edificio de La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona.
EL SEGUNDO RESTAURANTE INAUGURADO EN ESPAÑA
Según el libro de records Guinness, fue el segundo restaurante que se inauguró en España en 1786. El primero data de 1725 en Madrid, cerca del Arco de Cuchilleros conocido como Casa Botín
En 1890 aquella cremeria fue comprada por Tito Regás, bisabuelo de Oriol Regás, quien lo convirtio definitivamente en el restaurante que hoy conocemos. Regas, realizo una remoderación obra de Jaume Llongueres que lo adorno con tres grandes pinturas murales de Francisco Tey, seis plafones cerámicos de Xavier Nogués y lamparas grandes.
Pero como es lógico el paso del tiempo diluye la información. Lo que ha llegado a nuestros días puede llegar distorsionado y es muy difícil saber lo que es verdad y que pudiera ser leyenda. El origen del nombre tiene dos versiones, completamente diferentes.
La primera, dice que el nombre le viene a que fue el primero de Barcelona en usar cucharillas de metal en lugar de las de madera. La segunda (segun Montse Agut, la más verosímil) tiene que ver con la cantidad de postres que realizaban y que hacia que se tuvieran que usar muchas cucharitas y los camareros se tuvieran que acercar a la barra para pedir, “Nenes Culleretes”, Niñas cucharitas.
Pero no fue hasta el año 1900 que el tesón con que tomó el negocio Tito Regás, empezó a dar sus frutos. La oferta de platos típicos catalanes y de calidad a un precio más que razonable y las célebres Cenas de Cinco pesetas “Sopars de duro”, hacen que el local fuera de los más visitados de la ciudad.
Fue tal el prestigio y la fama conseguida por el restaurante en aquella época, que el 3 de diciembre de 1919, que el Teatro Romea, en su programación de pequeñas piezas de teatro en catalan, estreno el sainete en un acto del escritor Josep Burgas i Burgas “UN BATEIG A CAN OUIXAlRETAS”.
El 23 de febrero de 1934, La Vanguardia en su página 3, publicaba un artículo a dos columnas del Constructor Buenaventura Bassegoda titulado “Las casas centenarias”, en el que daba una narración de los principios del local.
La Guerra Civil obligo a Tito Regás, ha huir y abandonar el restaurante, esto hizo mucho mal al negocio que se resintió enormemente, lo que hizo que una vez finalizada la guerra, la familia Regás, tomara la decisión de ceder el local, al gremio de Hoteleros y Cocineros “Hostelers i Cuiners”.
Antoni Jaumà y su hermano, fueron los cocineros que tomaron la responsabilidad de continuar con la proyección que había alcanzado el local. El resultado no fue el esperado, ya que los continuadores no supieron cuidar demasiado el antiguo negocio por lo que Can Culleretes fue perdiendo poco a poco la categoría que tenía.
El gremio de Hostelers i de Cuiners viendo el desastre en el que se habían metido, decidieron vender el restaurante. Francesc Agut, (sobrino del restaurador Agustín Agut, que había sido su maestro) leyó en un diario que Can Culleretes estaba en venta y junto a su mujer Sussi Manubens, lo compraron para intentar encumbrarlo.
Le dio un cambio espectacular volviendo a aquello que lo había hecho famoso: una comida de tipo medio, tanto en calidad como en precio. Pronto corrió la noticia del cambio espectacular sufrido por Can Culleretes, lo que provoco que el restaurante volviera a ser frecuentado por intelectuales, politicos y artistas.
AMPLIACIÓN DEL LOCAL
El local fue ganando popularidad por sus platos típicos: “el cerdo a la catalana con pasas, ciruelas y piñones”, el jarrete con niscalos “jarret em rovellons”, los postres como, la crema catalana, o requesón con miel “mel i mató”, fueron desgustados como en los inicios del establecimiento.
Esto obligo a Francesc Agut a ir ampliando progresivamente el local, hoy está dividido en cuatro salas y tiene un cierto aire modernista. Sus paredes están llenas de cuadros y fotografías firmadas de gente del espectáculo, artistas y politicos, carteles de toros y pequeños recuerdos enmarcados de los inicios de Can Culleretes.
Las fotografías de las paredes recuerdan algunas de las historias vividas en su interior e incluso se conservan algunas baldosas originales de finales del siglo XVIII.
Hoy en día llevan el restaurante las dos hijas de Francesc Agut y Sussi Manubens, Montse y Alicia, y su yerno Berna, junto con 4 de los nietos: Susana, Alberto, Carlos y Jordi.
El éxito actual del restaurante se basa, en el trabajo de las tres generaciones de la familia Agut Manubens, que han sabido hacer de Can Culleretes un restaurante de calidad.
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