Posiblemente, pocas personas menores de 60 años, conocerán la desaparecida calle Corribia, una calle ubicada junto a la primitiva muralla de Barcino justo delante de la Catedral, que partía de la calle Tapinería y acababa en la plaza Nueva, justo al lado de la Antigua puerta de entrada que existía en calle del Obispo.
Sin haber sido una calle importante, su situación la hizo que tuviera una importancia relativa dentro de la historia de la ciudad. Ya que su situación hizo que fueran varios los autores de la época que le dedicaran un espacio en sus libros, antes y después de su desaparición.
Uno de ellos era el urbanista Ángel Josep Baixeras i Roig, conocido principalmente por la elaboración de un proyecto urbanístico de reforma del casco viejo de Barcelona, y su Plan de reforma interior de la conveniencia de decidir sobre su existencia.
UNA CALLE MUY ANTIGUA
La primera alusión de la calle, la tenemos en el 15 de agosto de 1409, cuando el rey Martin el Humano, ordenó que fuera derribado el hospicio “Casa de Juan de San Juan”, que existía en ella, para facilitar el tránsito entre la calle Tapinería y la plaza Nueva, según figuró en su libro “Las Calles de Barcelona”, editado en 1865.
La construcción en 1545 de las escaleras de la catedral, hizo que los integrantes del cuerpo catedralicio decidieran urbanizar el entorno y la calle perdiera las primeras casas situadas delante de la catedral.
Ildefonso Cerdá, en su proyecto del ensanche, había previsto abrir tres avenidas (para una conexión más rápida entre la ciudad antigua y la moderna), Las tres avenidas, cruzarían el centro del casco antiguo transversalmente. La avenida que Cerdá pretendía que cruzara la ciudad antigua, no era otra que la actual avenida de la Catedral, pero con una extensión mucho mayor. La Vanguardia del 26 de julio de 1883 en su página 5, comentaba la reforma a realizar y entre otras cosas comentaba.
En la actualidad en que el Ayuntamiento trata de abrir las tres grandes vías de reforma interior de esta capital proyectadas por el señor Cerda, creemos que serán leidos con interés los siguientes datos sobre las mismas:
La que está proyectada, perpendicular a la Rambla y paralela a las calles de la Unión, Fernando VII, Jaime I y Princesa, tendrá unos dos kilómetros de longitud y veinte metros de anchura y parte del salón de San Juan, como continuación de la calle de Palios, atraviesa el casco antiguo entre las calles deis Tiradors y dels Petóns en el antiguo paseo de San Juan, frente al surtidor que aún existe y la plaza de San Agustín Viejo cortando o haciendo desaparecer los callejones de Serra Xich, Pou de la Figuera, Montanyans, Pou de la Figuereta, Jaime Giralt y Fonollar, pasando por detrás de la iglesia de San Cucufate y atravesando las calles de Tarros, Gombau y Giralt Pellicer llega al Mercado de Santa Catalina que cruza por la parte superior, y enfilando luego las calles de Avellá y Avellana atraviesa en Santa Marta la calle de Bilbao.
Por la calle del Infern y el callejón de San Lorenzo de la Tapinería que desaparecen, lo propio que la calle de la Corribia, por delante de las escaleras de la Catedral va a parar a la Plaza Nueva. Enfila enseguida la calle de la Paja, que también desaparece, lo propio que el Hospital de eclesiásticos de San Severo, cortando el ábside de la iglesia de San Felipe Neri, atraviesa las calles del Pino y de Petritxol y va á salir a la Rambla de San José.
Pasa por la Plaza-Mercado de este nombre y haciendo desaparecer la calle de la Petxina, atravesando las de la Morera y Jerusalén cruza delante de San Agustín la calle del Hospital, cortando la parte de delante del Teatro Romea, la calle de Mendizabal, la de Robador y el pasaje de Bernardino, y cruza con otra gran-vía en el solar del antiguo convento de Carmelitas Calzadas y calles de la Aurora y Cadena, sigue por las calles de la Aurora y San Rafael y atravesando las de San Jerónimo, Riereta, Carretas y Amalia desemboca en la Ronda de San Pablo delante de la calle de Campo Sagrado, que tiene el mismo eje que la de reforma.
Ángel Josep Baixeras i Roiglos, en su proyecto de 1878 seguía un trazado parecido para descongestionar el tránsito en la ciudad vieja, la vía perpendicular a las Ramblas que abriría , sería una avenida que alargaría por ambos lados la actual avenida de la Catedral, que iría desde el Paseo San Juan a la Ronda de San Pablo. Este proyecto también quedo inacabado.
Víctor Balaguer, en su libro “Las Calles de Barcelona”, escrito en 1865 ofrecía un relato de la calle. En él nos describía que la calle se había llamado anteriormente, calle de los Sellers por haber varios representantes de este oficio establecidos en ella y del “las Escaleras de la Sede”, “Seo”, llamada así por parte de los ciudadanos al referirse a ella. El autor de “La Guía-Cicerone de Barcelona”, según el libro de Balaguer, la llamaba “Coharrubia”.
En el nº 21, estuvo ubicada, la casa del “Gremio de Zapateros”, que fue edificada en 1565 y renovada en 1740, según constaba en un plafón de cobre con una bota de montar colocada en el balcón del primer piso. En la sala de juntas había colocado un retrato de uno de sus miembros; José Torner que había sido nombrado conseller en 1676 y un cuadro gótico con las imágenes de San Abiá, San Crispin y San Crispiniano, patrones del gremio de zapateros.
La desaparición de la calle fue total, salvo el edificio del Gremio de Zapateros, que fue desmontado piedra a piedra y trasladado a la plaza de San Felipe Neri, como sede del “Museo del Calzado”,
Fue inaugurado en 1970. Las dificultades en el mantenimiento por la falta de visitas por parte de la población, tras recibir una orden de desalojo por parte de la “Congregació de l’Oratori de Sant Felip Neri”, que regenta este inmueble.
La propiedad pedía triplicar el precio del alquiler, cifra que el gremio no podía asumir ya que los ingresos de las entradas de acceso, a 2,50 euros, no cubrían los gastos. Como siempre los gobiernos municipales, autonómicos y estatales, se unieron en una lucha conjunta para que los ciudadanos, perdamos nuestra memoria histórica.
La falta de sensibilidad de las instituciones en conservar el patrimonio, hizo que los responsables del museo, tomaran la decisión de cerrarlo el 15 de noviembre del 2015.
En el nº 15, estuvo la cofradía de los Taberneros que fue construida en 1556 y restaurada en 1751, esta de menor calidad arquitectónica, sucumbió a la piqueta con la desaparición de la calle.
También desaparecieron los comercios que en el transcurso de los años estuvieron abiertos, entre ellos una joyería que se dedicaba a comprar joyas. Se anunciaba como “la tienda que mejor pagaba la recompra en Barcelona”.
Su cercanía con la Catedral y la pequeña plaza en el centro de la calle, le hacía lugar de concentración de masas en las procesiones y actos que se celebraban en la Seo.
El 24 de junio de 1934, la Vanguardia incluyó un artículo del historiador Agustí Duran Sanpere en el que intentaba informar del posible derribo de la calle.
Artículo literal de la Vanguardia del 16 de noviembre de 1943. Fragmento de la Historia Desaparecida
Nuestro dignísimo Ayuntamiento no ceja en el noble empeño de las mejoras urbanas y estéticas reportan, algo duelen, por cuanto exigen el sacrificio de la propia raíz y substancia da la antigua Barcelona. Esas callejas humildes, húmedas y estrechísimas, tan modestamente recatadas v aun olvidadas, son capítulos vivos del desenvolvimiento y costumbres de nuestros antepasados; arraigo de tradición que supieron guardar con silenciosa fidelidad.
LOS MAESTROS ZAPATEROS Y LA CALLE CORRIBIA «Dels Sellers» —de las bodegas— se llamó primero la calle Corribia, por haber sobresalido en ella los que se dedicaban al comercio del vino. Asímismo, por cruzar delante las escaleras de la Catedral, fue muy conocida vulgarmente por «Escalas de la Seu»
En 1409, el rey don Martín ordenaba fuese destruido el Hospicio o casa Juna de San Juan, al objeto de que la calle «Coharrubia» siguiera recta al Palacio mayor. No se conoce cómo llegó al nombre de Corribia, si no es por corrupción vulgar, ignorándose asimismo su etimología. En ella existió uno de los Gremios más antiguos de la ciudad, el de Maestros Zapateros, que, según testimonios, existía ya en et año 1200. A ese respecto Capmany habla de documentos concernientes a sus costumbres y a una ordenanza dada en 1311, en la cual se decía que todo zapatero venia obligado a manifestar al comprador la especie y calidad de cuero que empleaba, si cordobán, badana o cabra; prohibiéndose más adelante vender, comprar ni calzar a diente alguno en días festivos.
Los maestros zapateros, oficiales del oficio y los del oficio de chapineros formaban una misma Caja y Cofradía. Gozaban de amplia libertad, si bien no les faltaba el freno de quienes visitaban sus tiendas con atribuciones para imponer penas a los falsificadores o i encubridores de materiales adulterados.
También se hallaba en esta calle ya desaparecida, Cofradía de Taberneros que acreditaron sus bodegas o «sellers» al extremo de haber logrado una de ellas sobrevivir hasta nuestros
El 26 de junio de 1958, el artículo loaba lo acertado de la decisión del derribo, ya que con ello se había dado un nuevo enfoque de la Catedral y se daba una nueva imagen del resto de la muralla de Puerta Nueva.
El remozamiento del Barrio Gótico Todos los barceloneses han tenido ocasión de comprobar el magnifico aspecto que está adquiriendo rápidamente la plaza de la Catedral y la avenida del mismo nombre, merced a las obras que allí se llevan a cabo.
Este punto neurálgico del casco antiguo de la ciudad se está convirtiendo a ojos vista en un monumental vestíbulo del Barrio Gótico que quedará realzado por el descubrimiento de la muralla romana que formaba el muro trasero de las antiguas casas del Arcediano y del Deán, convertidas hoy en Archivo Histórico de la Ciudad.
Las nobles y venerables piedras de esta muralla habían quedado ocultas por ocho edificios cuyas fachadas daban a la plaza Nueva y a la hoy ya desaparecida calle de la Corribia. La expropiación y derribo de estas casas, que al principio fue algo laboriosa, avanzó luego a toda velocidad ante la expectación de numerosos ciudadanos que acudían a presenciar cómo tras la demolición de los viejos edificios asomaban las moles de piedra y las altas torres del primer recinto fortificado de Barcelona.
La obra, que al principio podía considerarse como de mera restauración arqueológica, tomó pronto aires de auténtica ordenación urbanística. En efecto, al derribarse las viejas y pobres construcciones que allí se alzaban, se obtuvo un gran espacio libre que permitió prolongar en toda su anchura la avenida de la Catedral y obtener aún suficiente espacio para dedicarlo a un jardín que ha sido ornamentado con viejas piedras de las murallas y antiguos fragmentos de esculturas hallados en las excavaciones.
Como se recordará, estas obras dieron también ocasión para modificar la gran escalinata de acceso a la plaza de Cristo-Rey, variando la proporción de sus peldaños, construyendo una rampa para los automóviles y adornándola con dos franjas de parterres que la centran con la fachada de la Catedral.
Los trabajos, que se rematarán en breve con la terminación de la rampa de acceso a la calle del Obispo Irurita, dejarás libre y expedita aquella zona para las próximas fiestas de la Merced.
Ofrecen también singular interés los fragmentos de murallas que se están poniendo al descubierto en la calle del Subteniente Navarro, especialmente por la gran calidad de las construcciones que en los siglos XIII y XIV se elevaron sobre ellas Aunque los trabajos de restauración se han llevado más lentamente que los de la plaza de la Catedral, dejan ya entrever el grandioso y espectacular aspecto que ofrecerán estas antiquísimas construcciones una vez finalizados.
Con ocasión de este remozamiento del Barrio Gótico, se está procediendo también a la renovación del pavimento de las calles que rodean la Catedral, El sistema seguido con Condes de Barcelona con motivo del Congreso Eucarístico con la supresión de las aceras.
Esta es la historia de una calle, que sin ser conocida por los barceloneses de nuestros días ha formado parte de la ciudad hasta 1953.
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