El Prado Catalán

Para entender la pequeña historia de la serie de jardines abiertos en la segunda mitad del siglo XIX deberíamos intentar comprender la ansiedad de una ciudad encorsetada dentro de unas murallas durante su historia y que de la noche a la mañana se encuentra que le dan permiso para respirar.

A la salida de la ciudad los ciudadanos y hombres de negocios se encontraban en el camino de Jesús que llevaba al municipio de Gracia campos desiertos de edificaciones ya que estaba prohibida su construcción hasta la fecha.

La normativa tenía prohibido construir cualquier edificación a una distancia menor de la longitud que alcanzaba un disparo de cañón, más o menos la distancia que había de la muralla al actual edificio de la Pedrera, lugar en el que aquel tiempo dividía los municipios de Barcelona y Gracia.

1863 SE ABRE EL PRADO CATALÁN

La situación del Prado Catalán en la actualidad estaría ubicada en un espacio entre la Ronda San Pedro y Gran Vía y el actual Paseo de Gracia y la calle Roger de Llúria, en aquel tiempo campos de cultivo. Un lugar para que las personas dedicadas al mundo del espectáculo intentaran montar sus negocios, para que los habitantes de dentro de la ciudad pudieran disfrutar de los locales mientras estuviera en activo.

Estaba situado a pocos metros de la salida de la ciudad junto al Camino de Jesús próximo a la salida de la puerta de la muralla del Portal del Ángel y el Camino de Jesús actual Paseo de Gracia el único camino en aquellos tiempos de salida de la ciudad.

La actual Rambla de Catalunya no era más que un camino de tierra a ambos lados de la desaparecida Riera d’en Malla nada propicio para inversiones de ocio.

RAMÓN ROSELLAS, PROPIETARIO DEL CAFÉ DE LAS DELICIAS

Este fue el motivo para que Ramón Llosellas propietario del Café de las Delicias, aprovechando la posibilidad de abrir un local de ocio decidiera montar en el verano de 1863 el desaparecido Prado Catalán.

Su intención era atraer al nuevo local a personas de alto poder económico, que no quisieran entrar en los jardines que se montaban en la zona pero en los que tendría entrada todo el mundo. Creo un local privado en el que solo tendrían entrada los socios y sus familias al aire libre de una manera mucho más selecta.

Los socios a cambio de la cuota anual podrían asistir con su familia sin el agobio de los otros jardines públicos y tendrían derecho a asistir a tres conciertos semanales, uno de música militar y dos de música instrumental y gozarían de unos precios moderados en las consumiciones que realizaran durante su estancia.

Para aprovechar toda la temporada de verano intento forzar su inauguración para el día 3 de junio de 1863, pero al comprobar que por cuestiones técnicas no estaría todo terminado, para aprovechar la publicidad realizada el día 3 realizó una inauguración privada a la que asistieron autoridades e invitados especiales.

El Diario de Barcelona que había asistido a la inauguración privada, el día 8 de junio realizó una crónica en la que alababa las muchas posibilidades que tenían los visitantes dentro del peculiar recinto y alababa la distribución de los distintos apartados que lucían por la noche bien iluminados y con una cantidad de mesas para disfrutar cómodamente de la visita el recinto. El diario también comentaba la estructura de la Plaza Central del recinto y de la fuente situada en el centro de la misma de la que manaba el agua que brotaba entre flores.

También comentaba la cantidad de luces de gas que iluminaban todo el recinto y de la tranquilidad que se respiraba en todo el recinto.

Sólo una semana después, el sábado 13 de junio a las 7 de la tarde, el Prado Catalán abría puertas a los socios los cuales pudieron comprobar las virtudes que tenía el nuevo espacio lúdico y comprobar la veracidad de lo que comentaban los periódicos de la ciudad.

Un control en el acceso al recinto hacia que el público se sintiera cómodo sin las grandes apreturas de los demás jardines, otra cosa que valoraban era la calidad en el servicio y lo principal el precio unificado de los servicios ofrecidos que al contrario de los otros sufría grandes variaciones en precios y servicios.

El recinto no era el clásico café de verano, que intentaba realizar su temporada de verano, para descansar durante todo el invierno, la dirección había conseguido cumplir su principio al inaugurar el Prado Catalán de ofrecer a los espectadores un servicio nada especulativo.

1864 AMPLIACIÓN DEL PRADO CATALÁN

Esta actuación de la dirección del recinto hizo que al próximo verano Ramón Llosellas decidiera ampliar al Prado Catalán incorporando los terrenos de la finca vecina.

Esto que en principio era algo que se veía como una mejora no fue tal ya que al no registrarse una mayor inscripción de socios a la sociedad, el Prado Catalán esperado determino que el lugar fuera exclusivamente destinado a los socios, El Prado Catalán, tuvo que abrir sus puertas al público en general si quería subsistir.

Con las obras realizadas con la expansión el entarimado donde actuaba la orquesta fue sustituido por un teatrillo más profesional complementado por un salón circular cubierto en el que destacaba un gran quinqué de gas.

El nuevo espacio fue inaugurado el mes de mayo estaba completamente abierto y entre las columnas que rodeaban el salón colgaban pequeños candelabros para completar la iluminación nocturna. Otra de las novedades de aquel año fue la construcción de un pabellón de madera en la que los espectadores podían asistir a las sesiones de las nuevas atracciones incorporadas de los novedosos aparatos Panorama y Ciclorama.

EL TEATRO

interior del Teatro Prado Catalán

En 1864 con la ampliación, se inauguró el teatro en el que se realizaban representaciones dramáticas y zarzuelas.

se inauguraron nuevos jardines se colocaron esculturas y se instalaron surtidores y cascadas de agua. Se instaló en lo que hoy sería una ubicación cercana a Gran Vía Pau Claris Paseo de Gracia y Caspe, un circo consiguió un aforo cercano a los 1.900 espectadores.

LA GRAN RIADA DE 1862

El 15 de septiembre de 1862 llegaron lluvias torrenciales que acabaron en las Ramblas de la zona que iba desde Plaza Catalunya hasta el mar ocasionando graves desperfectos.

Este accidente alerto a las autoridades municipales que vieron la necesidad de desviar la riera para evitar nuevos desastres. El desvió se realizó a través de la calle Caspe en 1865, que obligo a una transformación espectacular de la calle, al encauzar el cauce de la riera hasta desembocar en la riera del Bogatell.

El traslado de la riera implico la urbanización de la calle Caspe y la construcción de varios edificios en la zona entre los que se encuentra el edificio de los Jesuitas con la iglesia el convento y un colegio obra del arquitecto Joan Martorell i Montells uno de los profesores que tuvo Gaudí, construido en la manzana de Pau Claris y Roger de Lluria.

Las nuevas construcciones mermaban el antiguo solar había ocupado el Prado Catalán, que inicio una pérdida continuada de espectadores. La continuidad de la urbanización de la zona comprobaron que el mantenimiento del recinto era un inconveniente grande ya que uva parte de los jardines eran ocupados por la riera.

1877 SE CLAUSURA EL PRADO CATALÁN

El Prado Catalán fue derribado en 1877, en principio no se perdió todo ya que en la esquina de Caspe con Paseo de Gracia en 1884 se construyó el Café Novedades y posteriormente el Teatro y Cine Novedades.


LOS JARDINES DEL PRADO CATALÁN

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