La Guerra Civil española había dejado un país devastado. Las infraestructuras estaban dañadas o destruidas, la industria paralizada y la agricultura bajo mínimos. La autarquía provocó una escasez de alimentos y bienes de consumo. En este contexto, la pobreza y la desigualdad se extendieron por todo el país. La mayoría de la población vivía en condiciones precarias, con ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. La situación era especialmente grave en las zonas rurales, donde la población vivía en la miseria.
El gobierno franquista hizo algunos esfuerzos para paliar la situación, pero sus medidas fueron insuficientes. El gobierno se centró en la reconstrucción de la infraestructura y la industria, pero no dedicó recursos suficientes a la vivienda, la educación y la sanidad. Como resultado, millones de españoles vivían en condiciones de pobreza y marginalidad.
LA EMIGRACIÓN MASIVA HACIA BARCELONA
La ciudad estaba experimentando un rápido crecimiento demográfico, pero no tenía capacidad para albergar a todos los nuevos habitantes llegados de la España rural. Los inmigrantes se vieron obligados a vivir en condiciones precarias, en pisos compartidos o en barracas. En 1945 algunos recién llegados pensaron en aprovechar unos terrenos abandonados propiedad de la compañía RENFE para levantar sus barracas hasta conseguir un piso de alquiler o de poder entrar de realquilados con derecho a cocina en el extrarradio.
1947 SE EMPIEZA A POBLAR LA BARRIADA DE LA PERONA
Las Barracas de la Perona es el nombre que recibió el barrio construido en un camino que salía del centro del antiguo Puente de Espronceda con dirección a San Andrés. El barrio se empezó a construir en 1947, época de la visita a España de Eva Perón, esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón. El barrio se construyó siguiendo un camino paralelo a las vías del tren, la ronda de Sant Martí, y finalizaba un poco antes de la Iglesia de Sant Martí de Provençals.
ESPECULACIÓN DE LOS TERRENOS
Los terrenos fueron parcelados por desaprensivos que los revendían, sin permiso oficial, sin contrato ni escritura, por unas 200 o 300 pesetas la parcela de terreno edificable.
En principio, el barrio nunca llegó a ser conflictivo y apenas se habían construido más de 200 barracas. Sin embargo, el hecho de que en 1966 se decidieran eliminar las barracas del Somorrostro con motivo de celebrar unas maniobras militares en las playas de la Barceloneta hizo que todo cambiara.
MANIOBRAS MILITARES SENTENCIARON A LAS BARRACAS
Las maniobras militares que se llevaron a cabo en Barcelona en 1966 fueron parte de un plan del gobierno franquista para modernizar el ejército español. Estuvieron presididas por el propio Francisco Franco y contaron con la participación de más de 30.000 soldados.
Se realizaron entre las playas de la Barceloneta y el Bogatell. Para ello, fue necesario derribar las barracas que se encontraban en la zona. Las barracas del Somorrostro, que eran las más grandes y conocidas, fueron las primeras en ser demolidas.
En 1949, el Ayuntamiento de Barcelona ya había creado el Servicio de Erradicación y Represión del Barraquismo con el objetivo de impedir la construcción de nuevas barracas y controlar las existentes. Podía derribar las barracas, multar a los propietarios de las barracas y desalojar a los habitantes de las barracas.
EL DERRIBO DE LAS BARRACAS DEL SOMORROSTRO
El derribo de las barracas del Somorrostro provocó un éxodo de sus habitantes, que se vieron obligados a buscar un nuevo lugar donde vivir. Muchos de ellos se trasladaron a las Barracas de la Perona, que se convirtieron en un barrio más conflictivo.
La llegada de nuevos habitantes a las Barracas de la Perona provocó un aumento de la población del barrio, que pasó de 200 a 5.000 habitantes en pocos años.
TENSIONES VECINALES Y DELICUENCIA
El aumento de la población también provocó un aumento de los problemas sociales, como la delincuencia, la prostitución y el tráfico de drogas.
La llegada de los nuevos habitantes del Somorrostro también provocó un aumento de la conflictividad en el barrio. Los nuevos habitantes procedían de diferentes zonas de España y tenían diferentes tradiciones y costumbres. Esto provocó que surgieran tensiones entre los diferentes clanes que se formaron en el barrio y problemas de sanidad. Aunque había varias fuentes públicas, la recogida de basuras era deficiente y los vertidos de aguas residuales eran un problema importante.
EL ALCALDE PORCIOLES
José María Porcioles era un alcalde conservador que estaba comprometido con el desarrollo económico de Barcelona. La verdad es que no supo resolver los problemas sociales de la ciudad tras la masiva llegada de nuevos habitantes.
La promesa de Porcioles de erradicar las Barracas de la Perona era una forma de ganarse el favor de la opinión pública. Diez años después el barraquismo en Barcelona no solo no había disminuido, sino que había aumentado.
La llegada de nuevos inmigrantes a la ciudad, la falta de viviendas dignas y la ineficacia del Servicio de Erradicación y Represión del Barraquismo contribuyeron a este aumento.
1985 DESPLAZADOS A OTROS BARRIOS PERIFÉRICOS
En 1985 con la construcción de los pisos protegidos en el barrio de Verdún, fueron muchos los habitantes del barrio que dejaron las barracas y se marcharon al nuevo barrio. Quedaron tan solo unas 55 barracas de aquellos que no habían conseguido por distintos motivos los pisos protegidos.
1989 DERRIBO DE LAS BARRACAS DE LA PERONA
En 1989, el Ayuntamiento de Barcelona inició el derribo de las barracas de la Perona. El derribo se llevó a cabo en dos fases. En la primera fase, se derribaron las barracas que se encontraban en la zona más cercana a las vías del tren. En la segunda fase, se derribaron las barracas que se encontraban en la zona más cercana al Parque de San Martín.
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