Artur Vilaseca tenía que buscar un nuevo emplazamiento para su negocio cuando la urbanización de la Plaza de Cataluña le obligó a clausurar el “Café del siglo XIX”. Su mirada se fijó en un local vacante en la futura intersección de la Plaza de Cataluña y el Paseo de Gracia. En 1895, encargó al arquitecto Francesc Rogent que le diseñara una gran cafetería en el solar comprado, que hiciera las veces del antiguo café del Siglo XIX.
1897 UN GRAN CAFE DE ESTILO MODERNISTA EN LA FUTURA PLAZA CATALUÑA
Rogent creó un edificio de estilo modernista, con una fachada elegante y grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural. El edificio tenía dos plantas: la planta baja albergaba el café-restaurante y la escuela de billar, una actividad muy popular entre la alta sociedad de la ciudad.
El salón principal estaba coronado por una impresionante vidriera de colores, de la que pendía una enorme lámpara con múltiples luces de gas.
En el primer piso, había una amplia sala con 27 mesas de billar, que se abría a un balcón corrido que rodeaba todo el edificio y ofrecía unas vistas espectaculares a la plaza Cataluña, que por entonces estaba en pleno proceso de transformación.
El edificio tenía una capacidad para unas 1.500 personas y causaría admiración en cualquier época.
El Café Colón, que abrió sus puertas en 1897, se convirtió rápidamente en un punto de encuentro para intelectuales y artistas, gracias a su ubicación privilegiada. Sin embargo, su éxito no le impidió ser demolido en 1902, apenas cinco años después de su inauguración, para dar paso al primer Hotel Colón.
1902 FUE DEMOLIDO PARA DAR PASO AL HOTEL COLON
El Hotel Colón, que reemplazó al Café Restaurante Colón, tenía planta baja y dos pisos, uno más que el antiguo establecimiento. La fachada mantenía los amplios ventanales de la planta baja del viejo café y lucía una cúpula llamativa que coronaba la esquina del Paseo de Gracia. El hotel se inauguró en octubre de 1902.
La terraza del Hotel Colón se hizo famosa en poco tiempo, por las numerosas tertulias que se realizaban allí y por los contertulios que asistían, entre los que se encontraba el escritor Federico García Lorca, desde su llegada a Barcelona.
Un personaje que también frecuentaba las reuniones, aunque en otro grupo, era Rómulo Bosch i Alsina, empresario, político, presidente de la Junta de Obras del puerto de Barcelona y creador del desaparecido muelle Bosch Alsina, hoy Moll de la Fusta.
Bosch i Alsina fue además uno de los fundadores de las atracciones del Tibidabo y, por si fuera poco, entre los meses de julio y diciembre de 1905, ejerció como alcalde de la ciudad de Barcelona. Murió asesinado por un disparo que, según algunos cronistas, se produjo en aquella terraza. Fue bisabuelo materno de Mercedes y Lorenzo Milá.
El hotel contaba con sesenta habitaciones y ofrecía un servicio propio de estacionamiento de carruajes. Pronto alcanzó un prestigio igual o mayor que el que tuvo el antiguo Café Colón, lo que motivó a sus dueños en el 1916 a buscar una solución para realizar una gran ampliación y una importante renovación de todos sus servicios.
La transformación del hotel fue radical, tanto en el interior como en el exterior. Se aprovechó la luz natural de los amplios ventanales de la planta baja, pero se incrementó el espacio y la comodidad de las habitaciones y los servicios, pasando de 2 a 7 pisos de altura. El proceso se realizó en dos etapas, con el fin de no interrumpir el funcionamiento del hotel.
1918 ABRE EL GRAN HOTEL COLÓN
El diseño original del hotel, que reflejaba el modernismo del Café, se modificó por uno más austero y elegante, acorde con el novecentismo que predominaba en la época. Así nació el Gran Hotel Colón, que se inauguró en 1918 tras dos años de obras impulsadas por Ramón Pou i Riu y ejecutadas por Enric Sagnier.
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