Mariano Fuster i Fuster fue un abogado hijo de Rafael Ignacio Fuster Forteza, empresario mallorquín. Decidió venir a Barcelona para dedicarse a su oficio de abogado y a la política… no le fue nada mal, fue nombrado teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona.
Se había enamorado de Consol Fabra i Puig hija del Marqués de Alella. Fuster había recibido de su padre como regalo de boda la “Possessió de Galatzó” que había comprado su por 120.000 libras mallorquinas unas (398.615,91 pesetas). La vendió en 1880 para poder hacer cumplir su deseo. El novio, como regalo de bodas, quiso impresionarla regalándole una vivienda en consonancia con su belleza.
En principio compro la antigua Fábrica de chocolates Juncosa (Paseo de Gracia 132). Hacia esquina con la calle Salmerón, después Mayor de Gracia y ahora Gran de Gràcia). Era uno de los mejores sitios a las afueras de Barcelona, sin tanta contaminación como en el centro. Tenemos que tener en cuenta que la Villa de Gracia se había anexionado a Barcelona en 1897.
Se puso en contacto con Lluis Domènech i Montaner, uno de los arquitectos con más fama y prestigio de aquellos tiempos y le encargo la construcción de una casa palacio.
Después de conseguir los permisos necesarios (1905) para derribar el anterior inmueble y construir la nueva edificación, empezaron las obras que se prolongaron durante tres años (1908-1911). La Familia Fuster i Fabra se trasladó a vivir a la planta noble del edificio quedando el resto de las plantas como pisos de alquiler, algo muy frecuente en aquella época.
LA RESIDENCIA MAS CARA DE LA CIUDAD
En 1911 fue considerada la casa más cara de la ciudad por los materiales utilizados en su construcción. La fachada de la casa fue la primera edificación hecha con mármol blanco en la ciudad Condal y el último trabajo que realizo Domènech i Montaner para particulares. Debido a lo carísimo que era mantener la mansión en perfectas condiciones, en los años veinte, la familia dejó de vivir en ella.
Los alquileres eran altos a tenor de la categoría del edificio lo que provocó que el edificio fuese cambiando de inquilinos siguiendo un poco los avatares de la historia de la ciudad y las personas influyentes de la época que querían permitirse el lujo de residir en ella. Los bajos también fueron regentados por varias empresas que lo alquilaban demostrando su poderío económico.
En 1922, se instaló “La Casa de Remates”, que se dedicaba a subastar de partidas en liquidación.
En 1922, Anita Monrós, con su Salón de la Moda. 1923 y Dalmau Oliveres. Posteriormente, en los bajos, abrió sus oficinas la Cámara Oficial de la Propiedad y la Horchatería Valenciana (hoy la Sala Domènech Montaner).
En los años 30 ocupo una de sus plantas el Consulado Alemán De Barcelona. Mussolini instalo durante un tiempo el Instituto Italiano.
En otoño de 1936 el mismo piso del edificio albergo la sede central de las juventudes del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) que después de romper las relaciones con el régimen de Mussolini se habían incautado del local.
Allí también se organizó durante las jornadas de mayo de 1937 el denominado comité de defensa de la revolución que impulsaron: la Juventud Comunista Ibérica, la CNT, la FAI y las Juventudes Libertarias, a dicha reunión asistió Willy Brandt (otra de las personalidades que desfilaron por la Casa Fuster), mucho antes de que el piso lo ocupara la Cancillería de la República Federal de Alemania.
En 1939, acabada la guerra civil, se instaló en el edificio la Falange Española y Auxilio Social que se encargaba de proveer de emblemas a las actividades de espectáculos y acontecimientos que estaban obligadas a vender a los clientes o a los espectadores.
También se instalaron la Sociedad Anónima Ymbern, fábrica textil de Mataró. En los años 40 el Café Vienes y en los años 50, la Peletería Rocafort.
De todos los ilustres inquilinos que residieron en la casa se encuentra el poeta Salvador Espriu, que junto a su amigo y camarada Manuel de Pedrolo Molina se pasaban las horas hablando y comentado sus inquietudes en el Café Vienes. De Salvador Espriu comentan que quiso permanecer en uno de sus pisos pese a que el inmueble carecía de ascensor y que no fue hasta que tuvo una grave lesión en una pierna que accedió a trasladarse a una finca cercana.
En 1960 la empresa hidroeléctrica ENHER, pagó 11 millones de pesetas para la adquisición del edificio. Su intención no era otra que derribar el edificio y en el solar construir un moderno edificio de oficinas que sería bautizado como “Torre Barcelona”. Publicó un anuncio en la Vanguardia del día 12 junio 1962, convocando a todos los arquitectos españoles para la presentación de proyectos para el nuevo edificio con premios de 150.000, 75.000 y 35.000 pesetas.
Los vecinos del barrio de Gracia se opusieron abiertamente a tal despropósito. Enseguida encontraron enseguida el apoyo en un grupo de jóvenes arquitectos, entre los que figuraba Oriol Bohigas a los que se unieron la revista “Destino” y el “Diario Barcelona”, que emprendieron una campaña exhaustiva para encontrar la paralización del proyecto.
La lucha resulto ardua en aquella Barcelona del alcalde José María de Porcioles Colomer. El alcalde más nefasto que ha tenido la ciudad y el principal culpable durante la época de su mandato de la desaparición de muchos edificios modernistas.
1999 EL EDIFICIO SE PONE EN VENTA
En 1999 La “Casa Fuster” se puso a la venta y un año después la compañía “Hoteles Center” adquirió el edificio para construir un nuevo y elegante hotel.
HOTEL CASA FUSTER
Tras cuatro años de unas obras de readaptación de espacios y de una rehabilitación de las zonas de interés artístico abrió sus puertas en el 2004, como “Hotel Casa Fuster” de cinco estrellas. En esa época, Woody Allen, que estaba alojado en él, rodo en sus instalaciones, varias secuencias de la película Vicky Cristina Barcelona.
En estos años el hotel ha conseguido ser un referente de calidad y servicio. El nuevo “Café Vienes”, “El Jazz Club” en el que actuó el 30 de junio del 2007 el director Woody Allen y su banda de Jazz. El restaurante “Galaxó”. Desde el Mirador de la terraza se puede ver una vista espectacular de Barcelona mientras se disfruta de una copa y de una terraza con piscina al aire libre. En esos años el hotel hizo una exposición memorable de las marionetas de Herta Frankel que moriría a los pocos días de su inauguración.
El Hotel Casa Fuster tiene el privilegio de haber recibido la distinción de ser el primer hotel de 5 estrellas que tiene la denominación “GL Monumental”.
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