LA MANZANA DE LA DISCORDIA
Este fue el nombre que recibió por los barceloneses el lado izquierdo de la manzana del Paseo de Gracia comprendido entre las calles de Aragón y Consejo de Ciento. El motivo no fue otro que la coincidencia de que al final del siglo XIX y principio del siglo XX, se juntaran tres de los arquitectos modernistas de más prestigio para levantar en un espacio corto de tiempo, tres de sus edificios más emblemáticos coincidiendo que los tres fueron realizados tras realizar una restauración de los antiguos edificios que estaba construidos.
La primera casa en construirse fue la casa Amatller, construida entre 1898 y 1900, por Josep Puig i Cadafalch, aprovechando una antigua casa, construida 1875. La segunda fue la Casa Lleó i Morera, construida por Lluís Domènech i Montaner, entre 1902 y 1906, aprovechando uno de los primeros edificios construidos en 1864 por el maestro de obras Joaquim Sitjas y la tercera fue la Casa Batlló, construida por Antoní Gaudí, entre 1904 y 1906, antiguo edificio construido en 1875 por el arquitecto Emili Sala i Cortés.
CASA AMATLLER
La casa Amatller, estaba situada en el número 41, fue la primera casa construida en la llamada “Manzana de la Discordia”, por Josep Puig i Cadafalch, remodelando el edificio construido en 1875 por Antoni Robert i Morera.
El edificio había sido adquirido en 1898, por Antoni Amatller i Costa, propietario de la fábrica de chocolates Amatller para construir su domicilio familiar.
Amatller se puso en contacto con Josep Puig i Cadafalch para que le reformara el edificio aprovechando sus cimientos sin tener que derribarlo. Cadafalch, proyectó la restauración del edificio, convirtiéndolo en un palacete urbano. Su piso principal se dedicó a residencia familiar y los tres pisos superiores a ser alquilarlos, cosa ya habitual en las nuevas construcciones.
Amatller pidió a Puig i Cadafalch, que le construyera un quinto piso, para utilizarlo como estudio fotográfico donde desarrollar su afición a la fotografía.
Como era su costumbre, Cadafalch se rodeó de los mejores artesanos para su remodelación, contratando la fundición de los bronces a Masriera i Campins. La carpintería correría a cargo de Casas i Bardés. La cerámica seria fabricada por Torres Mauri y Pujol i Baucis. El hierro forjado sería realizado por Estevé Andorrá y Manuel Ballarin. Las esculturas fueron realizadas por Eusebi Arnau con la colaboración con Alfons Juyol. Finalmente el mobiliario fue de Gaspar Omar.
EL PANOT DE CADAFALCH
Pero Puig i Cadafalch todavía reservaba una sorpresa, ya que para cubrir la acera de delante de la casa diseño el”panot”, conocido como “Flor de Barcelona o rosa de Barcelona”, la baldosa creada para la Casa Amatller, es en la actualidad, empleada por el ayuntamiento, para pavimentar la mayor parte de calles considerada en la actualidad como símbolo de la ciudad, “Panot de flor”.
La fachada plana de la finca parece recordar las construcciones de los edificios belgas. Está decorada con un esgrafiado que nos recuerda un tapiz de motivos florales. Las distintas aberturas a la calle (puertas, ventanas y tribuna) fueron decoradas con las esculturas de Eusebi Arnau y Alfons Juyol. La fachada acababa con un frontón triangular escalonado enmarcado de piedra y cerámica.
La decoración integrada en las aperturas de la fachada es una de las características que Puig i Cadafalch realizaba en sus construcciones para adoptar a las fachadas del gótico catalán, sobre todo en los escudos heráldicos y figuras mitológicas. El conjunto era espectacular. Al acercarse a contemplar la fachada estas obligado a pararte y contemplar con calma la espectacular fachada.
Al mismo tiempo que Cadafalch construía la Casa Amatller, construyó la Casa Macaya del Paseo San Juan, Cadafalch como anécdota de los viajes que hacía entre las dos construcciones todos los días para controlar las dos obras, puso la figura de un ciclista, en un capitel, en la parte izquierda de la entrada de la casa Macaya.
Cadafalch, construyó la planta baja con dos puertas asimétricas una más estrecha para la entrada de las personas y la otra mucho más ancha para la entrada de los carruajes de la época.
El garaje, tenía instalada una plataforma circular para facilitar la entrada y salida del coche de Antoni Amatller, uno de los primeros coches de la ciudad. El resto de la planta baja, estaba dedicado al servicio. La cocina disponía de un montaplatos para que el servicio pudiera subir las comidas al piso principal. El resto de la planta estaba destinado a las habitaciones del Servicio que constaba de cinco personas.
Por la puerta estrecha se llegaba a un patio interior del que salían dos escaleras, una exclusiva cerrada por una vidriera de colores que dejaba sin efecto la sensación de chimenea de los patios de las casas de pisos, con ornamentación de lámparas y con una baranda de mármol que accedía al piso principal, residencia de la familia Amatller.
El piso principal estaba dividido en dos partes, en la parte trasera con vistes al patio, estaban las habitaciones de los invitados, un comedor amplio, la biblioteca y la sala de la música. La parte delantera con vistes al Paseo de Gracia estaba destinada a las habitaciones de Antoní con sus colecciones y a Teresa, con una habitación de costura.
En 1941, Teresa Amatller, hija de Antoni Amatller, con el asesoramiento de Josep Gudiol Ricart, creó la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico, con la doble finalidad de conservar la Casa Amatller y sus colecciones destinadas propulsar desde la fundación, la investigación de la historia del arte hispánico.
En la actualidad, en los bajos se encuentra instalada la firma de joyería Bagués – Masriera.