EL PABELLÓN DE LAS NIÑAS
Situado entre el Pabellón de San Federico y la Casa de Convalecencia, el Pabellón de Santa Victoria estaba destinado a ser un pabellón destructor de objetos contaminados y peligrosos. Sin embargo, la construcción se abandonó y el pabellón se dedicó a medicina infantil para niñas.
El Pabellón de Santa Victoria fue diseñado en 1905 por Lluís Domènech i Montaner, pero no se construyó hasta 1922, cuando Pere Domènech i Roura lo terminó. La construcción se retrasó debido a problemas económicos, que llevaron al agotamiento de los fondos de Pau Gil y a su fallecimiento.
Su construcción se realizó gracias a la aportación de Daniel Girona Llagostera, médico, historiador y escritor catalán. Miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, dirigente de la Unió Catalanista y colaborador de la Asociación Protectora de la Enseñanza Catalana.
FINANCIADO POR DANIEL GIRONA LLAGOSTERA
Daniel Girona, que había heredado un dinero de sus tías Elvira y Emília Llagostera i Surisal, ofreció a la Administración del Hospital de San Pablo financiar la construcción del Pabellón de Santa Victoria con 145.000 pesetas, en recuerdo a su hija desaparecida.
Daniel Girona puso como condición llevar personalmente la dirección administrativa del pabellón, pero dejó en manos de Pere Domènech i Roura la dirección de la obra.
La colocación de la primera piedra tuvo lugar el 23 de abril de 1922, festividad de San Jorge. Daniel Girona y su esposa, María Quintana, contaron con la presencia del obispo Ramón Guillaumet, de Lluís Domènech i Montaner, de los administradores del Hospital, del Prior del Hospital, del cura de San Lázaro, de los superiores de los hermanos y las hermanas, Antoni Dolcet y Teresa Alba, y del presidente del Cuerpo Facultativo, Antoni Serra i Raurell.
El Pabellón de Santa Victoria era mucho más pequeño que los pabellones de un piso ya construidos y con una decoración mucho más simplificada. Se había renunciado a la construcción de las cúpulas, de la fachada y la rotonda. En su fachada decorada con sencillez, destacaba el capulín cerámico de la torre de agua y las tracerías de la cubierta. La puerta de la entrada principal, a diferencia de los otros pabellones, no presentaba la figura de Santa Victoria, sino un mosaico encargado por Daniel Girona en Venecia.
1922 DE PABELLÓN DE SERVICIOS A ACOGER ENFERMOS
En 1922, el Pabellón de Santa Victoria pasó de ser un pabellón de servicios a pabellón de enfermos. Como la obra general ya estaba consolidada, no fue posible conectarlo con la cadena de túneles que unían bajo tierra los pabellones de enfermos.
El Pabellón de Santa Victoria estaba estructurado como los pabellones de enfermería, con una sala central que alojaba 14 camas. En el cuerpo frontal se encontraba la torre de agua, la rotonda de la sala de día, y un cuerpo trasero para las salas de aislamiento. En el semisótano, se habían habilitado pequeñas habitaciones para acoger varias instalaciones.
Con el tiempo, el aumento de enfermos y la falta de espacio, obligó a eliminar todas las instalaciones del semisótano y convertirlo en otra sala de enfermos. Las niñas se alojaron en el piso de planta, y el semisótano se habilitó como planta de niños.
El pabellón era pequeño y no podía albergar a todos los enfermos que llegaban. En noviembre de 1933, el director de Medicina de la Infancia, doctor Martínez García, se dirigió a los administradores para pedir que corrigiesen las deficiencias del pabellón, especialmente en la parte baja, destinada a la hospitalización de niños. El doctor Martínez García también pidió la ampliación del dispensario, que no era suficiente para atender a los pacientes.
El Hospital decidió ampliar sus instalaciones y encargó al arquitecto Manel Puig que diseñara un nuevo piso para el pabellón. Puig diseñó un proyecto que respetaba el estilo original del pabellón, conservando la mayoría de los elementos decorativos, como la cubierta de la torre de agua y las tracerías. La única incorporación que hizo Puig fue un balcón situado en la nueva planta.
La ampliación del pabellón obligó a los administradores del hospital a realizar un llamamiento para recaudar fondos. En febrero de 1934, ya habían recaudado 60.000 pesetas, pero la cantidad aún era inferior al presupuesto. Los donativos se recibieron de varias personas e instituciones, en especial de la señora Assumpció Compte-Viladomat, que realizó un donativo cuantioso.
Con la remodelación del pabellón, se construyó una galería subterránea de comunicación entre el pabellón y el resto de pabellones. En la actualidad, el edificio alberga las oficinas de la Fundación para niños oncológicos Enriqueta Vilavecchia, la escuela de Patología del Lenguaje y el European Forest Institut.