Aunque el edificio estaba situado en el municipio de San Cugat del Vallés, (en la carretera que sube al Tibidabo) se le puede considerar como un complejo lúdico de Barcelona. En su tiempo fue uno de los edificios más espectaculares de la ciudad, pero hoy está en ruinas y lleno de misterio, en contraste con su antiguo glamour.
1898 GRAN HOTEL RESTAURANT
El futuro Casino de la Rabassada empezó en 1898 como Gran Hotel Restaurant, decorado por Edmon Lechavallier Chevignard. El lugar era popular entre la alta sociedad barcelonesa y los artistas y personalidades de la época.
El antiguo hotel fue completamente transformado para adaptarse a los nuevos edificios. Se instalaron todo tipo de comodidades, a las que se podía acceder a través de espectaculares escaleras, amplias terrazas y miradores que ofrecían vistas de la ciudad.
UN PARQUE DE ATRACCIONES CON CASINO
Las instalaciones anteriores fueron modernizadas y se construyó un casino equipado con los últimos elementos. También se construyó un parque de atracciones con una montaña rusa, la «Scenic Railway», diseñada por Marcus Adna Thompson, inventor de las montañas rusas. La montaña rusa tenía un recorrido de 2 kilómetros, un desnivel de 25 metros y varios túneles, algunos de los cuales todavía se conservan.
Por último, se construyó un jardín botánico con especies de árboles y plantas importadas, como el plátano de sombra, el cedro del Atlas, el cedro de la India, el castaño de Indias, la palmera excelsa y el azahar de la China.
Para su inauguración, el Gran Hotel Restaurant de la Rabassada contrató a un equipo de cocineros parisinos que lo situaron en la cima de los restaurantes de Barcelona. El 15 de diciembre de 1899, el jefe de cocina, José Casanovas, ganó el premio de la medalla de oro en el tercer concurso culinario de la Agrupación Artística culinaria «La Modelo».
Los precios del hotel eran elevados, solo al alcance de los bolsillos más acaudalados. La habitación sin desayuno costaba 8 pesetas y el cubierto del restaurante, 5 pesetas.
1911 UNA INAUGURACIÓN CAÓTICA
El conjunto fue inaugurado el 19 de julio de 1911. La inauguración fue un evento exclusivo, al que asistieron unos trescientos invitados. Después de una visita por las nuevas instalaciones, los invitados fueron obsequiados con un espléndido banquete en el salón de fiestas, presidido por el alcalde de San Cugat del Vallés, Martin Rodó, y los diputados a Cortes Alfonso Sala, Rómulo Bosch i Alsina, Juan Godo, José Zulueta y Juan Moles.
La inauguración del conjunto no fue todo lo lucida que se hubiera querido. Una gran parte de los invitados, ante el temor de problemas de aparcamiento, optaron por subir en uno de los cuatro tranvías alquilados a una empresa de Marsella.
Desafortunadamente, la avería de un transformador de electricidad impidió que los tranvías llegaran al casino. La prensa de la época criticó duramente al casino y a la empresa A.E.G., fabricante del transformador.
Al día siguiente, Waal V. Lillo, ingeniero de A.E.G., escribió una carta al director de La Vanguardia para aclarar que el fallo no había sido de A.E.G., sino de la empresa que había construido el Grupo Convertidor.
La urbanización de la montaña del Tibidabo diez años antes y la inauguración del complejo del Gran Casino en 1911 ofrecieron a la clase burguesa un lugar de diversión a pocos minutos de la ciudad. Los visitantes llegaban en tranvía desde la estación del funicular del Tibidabo o en sus propios medios de locomoción.
1912 SE PROHIBE EL JUEGO. FIN DEL CASINO
Sin embargo, la prohibición del juego en España en 1912 provocó el declive del complejo lúdico. La sociedad que lo gestionaba quebró un año después y el complejo fue alquilado a Joan Meunier i Monin. Meunier reabrió el complejo en 1919 como Jardines de Recreo y Atracciones.
Las instalaciones del Gran Casino sobrevivieron como hotel-restaurante y parque de atracciones, pero poco a poco fueron perdiendo clientela. Esto provocó el cierre progresivo de las instalaciones hasta que, en 1930, el restaurante cerró definitivamente. Durante un tiempo, los túneles de la montaña rusa se utilizaron como bodegas y almacenes.
Algunos cronistas sostienen que, debido a la Exposición Internacional de 1929, el gobierno permitió la reapertura de la sala de juegos del antiguo casino. Esta permisividad duró el tiempo que estuvo abierta la exposición. Una vez finalizada esta, el gobierno de Primo de Rivera volvió a prohibir el juego.
El domingo 17 de octubre de 1976, en su página 49, J. Leonard escribió un artículo sobre el Casino de la Rabassada en el que comentaba que el casino había sido reabierto con ocasión de la Exposición Universal de 1929. El artículo fue rebatido en el mismo diario el viernes 12 de noviembre en su página 5, por la nieta del Sr. Meunier, quien afirmó que el casino nunca había sido reabierto.
La nieta de Meunier, que se identificó como Isabel Meunier, afirmó que su abuelo había comprado el complejo en 1919 y que lo había convertido en un parque de atracciones. Según ella, el casino nunca se había reabierto y que los túneles de la montaña rusa nunca se habían utilizado como bodegas ni almacenes.
Leí en La Vanguardia un artículo sobre el Casino de la Rabassada que me hizo mucha gracia: «Mi familia compró el complejo en 1912 o 1913 a una sociedad anónima que quebró». No discuto lo referente al año 1911, ya que aún no había nacido cuando se inauguró el casino. Sin embargo, en 1912 o 1913 ya vivía en La Rabassada. Por lo tanto, me habría enterado de la existencia del juego, aunque solo fuera por referencias familiares. El señor J. Leonard se ha equivocado al afirmar que el casino se reabrió en 1929. En realidad, nunca se reabrió.
En La Rabassada nunca hubo pisos amueblados. Solo había salones, comedores y reservados, como era habitual en los restaurantes de la época. Además de nuestra vivienda particular, también había habitaciones, ya que en 1896 o 1898 parte del complejo se alquiló como hotel-restaurante. Así se mantuvo hasta que mi familia lo cerró como finca de recreo en 1930. El juego en el Casino de la Rabassada duró solo un par de años, de 1911 a 1913. Las voces de los croupiers que aún se escuchan en los bosques son solo un eco.
Canalejas, que debía dar la autorización para reanudar el juego después de que mi abuelo comprara el casino, fue asesinado en Madrid el día antes. Por lo tanto, el juego nunca se reanudó en La Rabassada.
Esto sucedió en 1912 o 1913. La noticia de que el general Primo de Rivera ordenó el cierre del casino tiene guasa pues el día antes de la proclamación de la Dictadura, Primo de Rivera, estaba jugando en el casino. Recuerdo que me recomendaron no comentar su presencia.
EL COMPLEJO LÚDICO PERMANECIÓ CERRADO DURANTE LA GUERRA CIVIL
En 1936, las fuerzas franquistas se apoderaron del complejo y lo convirtieron en un cuartel de Carabineros. Lo dejaron tan destruido que, en 1940, se tuvo que derribar para evitar accidentes.
Durante la Guerra Civil, los túneles de las atracciones del Casino de la Rabassada fueron utilizados como refugio contra los bombardeos. El hotel, por su parte, fue convertido en cuartel.
En 1940, las instalaciones fueron derribadas en su mayor parte. Solo quedaron en pie restos de paredes, columnas, esculturas, túneles, fragmentos de escalinatas y otros pequeños rincones.
En la actualidad, la entrada al solar que ocupaba el recinto está prohibida por motivos de seguridad. Tanto los visitantes como los restos ubicados en el solar, que pertenecen a dos familias barcelonesas, están en riesgo.
Sin embargo, quienes estén interesados en conocer el lugar pueden solicitar una autorización anticipada a la administración del Parque Natural de Collserola.
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