Sin ninguna duda, la actual Avinguda del Paral.lel, conocida como primitiva Avenida del Marqués del Duero y posteriormente como Avenida de Francesc Layret (entre los años 1932 a 1939), fue desde sus orígenes la vía más transgresora de la capital catalana.
No en vano era a finales del siglo XIX y principios del Siglo XX era el lugar más transgresor, desmadrado y permisivo de esparcimiento preferido de los barceloneses incluida la burguesía en donde se encontraba el ambiente más idóneo, para la celebración de sus salidas nocturnas.
1894 BOTIJO CHICAGO, EL PRIMER BAR DE LA VÍA
Uno de los locales pioneros que abrió sus puertas en el Paralelo fue el Botillo Chicago, el primer bar con historia de la avenida, que abrió sus puertas en 1894, en la esquina de la avenida Marqués del Duero 82 con la Ronda de San Pablo.
Estaba situado en el interior de unos soportales en los bajos de un edificio, en el lado del Marqués del Duero, junto a la antigua Farmacia Simó.
Los propietarios habían aprovechado el espacio que había debajo de los soportales para habilitar unas mesas redondas de mármol para ampliar el negocio y ubicar a los clientes en un espacio en el que pudieran estar cómodos resguardados de las inclemencias del tiempo.
Cuatro años después, en 1898 , en otro solar vacío que se encontraba delante del Botillo Chicago, abrió sus puertas un local dedicado al mundo del espectáculo, conocido como la Pajarera Catalana, que dos años después se convirtió en el Petit Moulin Rouge y posteriormente alcanzó la fama internacional al convertirse en el inigualable music-hall El Molino.
En principio delante del Chicago empezaron a instalarse puestos de vendedores ambulantes de baratijas y objetos usados, que con el tiempo se instalaron los domingos en el exterior del Mercado de San Antonio. La fama obligo a la empresa (en 1920) a adelantar la fachada a nivel del resto del edificio y suprimir la terraza de debajo de los porches para agrandar el bar.
SU CLIENTELA
Uno de los clientes más famosos que tuvo el Chicago fue el atleta José Omedes, que para ganarse un sobresueldo ideo un tipo de apuestas para ofrecer a los clientes novatos. Entablaba una conversación presumiendo de su buena forma física, comentando que se veía capaz de conseguir subir hasta la puerta del Castillo de Montjüic y volver al bar en menos de 20 minutos. Si la persona caía en la trampa y aceptaba la apuesta, perdía la cantidad que había apostado.
Otro de los clientes famosos del desaparecido local fue Nicomedes Méndez López, posiblemente el nombre no les diga nada.
Su nombre pasó a la historia negra de la ciudad. Nicomedes Méndez fue uno de los verdugos oficiales que tuvo de oficio la ciudad de Barcelona, oficio que ejerció desde que empezó su carrera con la primera ejecución en 1866 y termino con la última en 1908. Murió en 1912 con 70 años en 1912. Era todo un profesional de su oficio. Ejerció de titular de la Audiencia de Barcelona, y posteriormente, suplente en Valencia y Zaragoza y que cuando le criticaban por su sangre fría al ejecutar a sus víctimas les respondía:
No soy yo, quien mata a ese desgraciado; no son los tribunales quienes le mandan quitar la vida. Él mismo es quien se mata con el crimen que cometió; él es quien ha buscado su propio fin
NIDO ANARQUISTA
Durante buena parte de principios del siglo XX en su interior se reunieron sindicalistas, anarquistas y bohemios que discutían su posición delante de la sociedad y los problemas que acuciaron a la ciudad en la primera parte del siglo XX.
La gran afluencia de clientes pertenecientes a grupos de sindicalistas y anarquistas fue el principal motivo por el que el 19 de julio de 1936 algunos clientes se conjuraron para abortar el golpe de estado del general Franco. Levantaron barricadas de sacos de tierra y adoquines de la calle para enfrentarse a los militares golpistas.
En 1939, una vez acabada la guerra civil, el Bar Chicago sufrió una remodelación importante. En 1956 los dueños del Chicago estaban cansados ya de las visitas de la policía secreta en busca de disidentes políticos, decidieron dar un cambio radical al local. Empezaron por la decoración. Contrataron a Ramón Carrera, para que le diese un nuevo aspecto.
En 1968, la fiebre que tuvo Barcelona de abrir sucursales bancarias, hizo que los dueños del local cedieran a la oferta de una entidad bancaria que desde entonces ocupó el local.
Con ocasión de dicha circunstancia un hijo del barrio del Pueblo Seco, Manuel Tarín Iglesias periodista y Director de EAJ1 Radio Barcelona, creador de los premios Ondas escribió un artículo con motivo de su desaparición.