Casa Elizalde, La Barcelona de antes, por Jesús Fráiz

Aunque el edificio debe su nombre a Arturo Elizalde, su primer propietario fue Francisco Jaurés i Gualba, uno de los de los indianos que forjaron su fortuna en Cuba.

Jaurés había adquirido en 1881 un solar a Miquel Martí i Sacristán, por el que transcurría el Torrente de la Olla. Esta circunstancia le había ocasionado muchos inconvenientes ya que tuvo que solucionar unos problemas para la cimentación del edificio, lo que provocó que el palacete no pudiera empezar a construirse hasta 1885.

1885 EMPIEZA A CONSTRUIRSE

El solar tenía 17 metros de largo por 40 metros de profundidad, aproximadamente unos 700m², de ellos solo se podían utilizar (siguiendo las ordenanzas municipales de 1856) 440 m² como edificables, quedando los restantes 260 m² para dedicarlos a jardín.

Francisco Jaurés contrato para su construcción al arquitecto Emilio Sala Cortés, (antiguo profesor de Gaudí y constructor del edificio que después se convertiría en la reformada casa Batlló, reformada posteriormente por Gaudí) para que le construyera un palacete con piedra de las canteras de Montjuïc.

EL EDIFICIO

El palacete de estilo clásico tenía una fachada asimétrica en la planta baja. La puerta de entrada se había colocado en el lado derecho cambiando radicalmente la de los dos pisos superiores. En el coronamiento del edificio se había empleado nuevamente la simetría.

La puerta de entrada se comunicaba con el semisótano, entresuelo y las dos plantas superiores, llegando hasta el patio posterior. En el semisótano estaban ubicados los servicios. En el entresuelo, a parte del salón de recepción, estaba ubicado el despacho de Arturo Elizalde.

despacho

En el primer piso se encontraba en la parte interior de la manzana, el comedor (que tenía un acceso directo al jardín), una capilla y una sala de estar, con una chimenea, varios sofás, un billar y un piano del siglo XVIII procedente de Francia.

salita particular

En la parte que daba a la calle Valencia, se encontraban los salones Luís XIV y Luis XVI, era la zona dedicada a celebrar los acontecimientos sociales de la familia. Los muebles y los objetos que los adornaban eran auténticas piezas de museo traídas de Francia.

El resto del piso estaba destinado a los dormitorios de la familia. En esta zona dado que el matrimonio tuvo 9 hijos se tuvo que realizar una restructuración. El segundo, estaba dedicado a las habitaciones del servicio y a las golfas. El cierre del palacete se remataba con una cornisa volada con dos remates laterales de piedra en la que estaban incrustados un medallón con la inicial de “FJ” Francisco Jaurés, primitivo propietario del palacete.

Durante la guerra civil, la aviación ítalo-alemana tuvo la manzana en el punto de mira de sus incursiones, eso provoco un deterioro del edificio. Posteriormente sufrió una nueva remodelación ya que el edificio pasó a acoger las oficinas de la empresa familiar, aparte de continuar como residencia propia.

1964 VENTA DE LA EMPRESA ELIZALDE

En 1964 los descendientes de Arturo Elizalde y Carmen Biada, que hasta entonces habían vivido en el edificio, decidieron vender la empresa por 25 millones de pesetas a la compañía “Unión de Propietarios S.A.”.

La primera intención de la empresa era declararse en quiebra y a partir de allí, poder derribar el complejo y construir un nuevo bloque de pisos. La jugada no sale bien, y el proyecto se demora. Durante mucho tiempo el edificio se va deteriorando, olvidado por todos y quedando en estado ruinoso.

fábrica Elizalde, laBarcelona de antes
fábrica Elizalde, laBarcelona de antes

El 31 de julio de 1978, esta vez el ayuntamiento, sí que estuvo acertado, en un intento de salvar el edificio lo incluye provisionalmente en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico de Barcelona, quedando definitivamente inscrito el año siguiente. Posteriormente, la Comisión Permanente Municipal, en reunión celebrada el 8 de mayo de 1981, acuerda comprar la Casa Elizalde.

El papeleo tiene una duración muy corta y tres meses después, el 10 de septiembre se hace efectiva la compra a su último propietario Delfín Rabell.

Una vez adquirido el edificio, el ayuntamiento contacta con los arquitectos Jaume Santmartí y Josep Bosch, para que realicen un proyecto de rehabilitación y después convertirlo en “Centre Cultural Casa Elizalde” donde se imparten cursos de baile, cursos para aprender a hacer punto, ir en bicicleta, etc… La oferta no está dedicada solo a talleres formativos, sino también a ofrecer varios tipos de espectáculos: conciertos, teatro, cine, títeres…


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