Pabellón del Tranvía, Barcelona

El desaparecido Pabellón del Tranvía del Tibidabo, conocido también como Pabellón de la Gran Avenida del Tibidabo, estuvo situado al principio de la Avenida del Tibidabo, y fue construido como una sala de espera para los usuarios del primer tranvía que subía a los viajeros hasta en primitivo funicular.

 Estaba situado frente al primitivo edificio del empresario Doctor Andreu (Salvador Andreu Grau) construido por el arquitecto Adolfo Ruiz Casamitjana. Andreu fue célebre por las famosas pastillas contra la tos. 

 En principio fue el hotel Metropolitan, posteriormente la residencia «La Rotonda» y en la actualidad (2024) mantiene un litigio con la constructora de José Luis Núñez.

 

1907 CONSTRUCCIÓN DEL PABELLÓN DEL TRANVÍA

 

El Pabellón del Tranvía, fue construido en 1907 por Mariano Rubió i Bellver, tenía la misión de servir como sala de espera a los usuarios que en los primeros tiempos tenían la necesidad de subir hasta la cima del T¡bidabo y necesitaban de un tranvía que los trasladase hasta la estación del funicular.

Mariano Rubió fue un ingeniero militar nacido en Reus en 1862 que abandono la carrera militar y para dedicarse a la arquitectura en la que consiguió grandes éxitos, que en principio le llevaron a ser contratado por el empresario farmacéutico doctor Andreu, para que se pusiera al frente de la urbanización de la incipiente ladera del Tibidabo.

Rubió i Bellver

Entre la obras de urbanización de la ladera de la montaña, en primer lugar destaco el diseño del primitivo funicular y el Pabellón del Tranvía destinado a sala de espera para que los viajeros que al final del recorrido deseaban subir al funicular pudieran transportarlos hasta la cima.

El Pabellón era un lugar cubierto para que los viajeros pudieran esperar y a la vez poder tomar algún refresco más cómodamente sin tener que soportar la lluvia o el sol más cómodamente.

Con la realización de dicha urbanización la fama de Rubio iba en aumento lo que motivo que el ayuntamiento le nombrara presidente de la Sociedad de Atracción de Forasteros situada al principio de las Ramblas.

Su trabajo convenció tanto a las autoridades municipales que tras haber sido nominada Barcelona sede la Exposición Internacional de 1929, fue nombrado director técnico de la misma. Era tal su conocimiento no solo en arquitectura sino también en estrategia militar que La Vanguardia lo contrato como analista para que escribiera una sección de artículos durante la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918,

El Pabellón estaba construido con una estructura de hierro acristalada, en la que destacaba una cúpula redondeada que iluminaba la espaciosa sala de espera, lógicamente se encontraban los aseos para ambos sexos y en uno de los planos aparecía una cocina, aunque no hace mención para nada de un servicio de bar (posiblemente la cocina podía ser utilizada por los empleados).

En el exterior del pabellón una terraza albergaba una serie de mesas y sillas alrededor que permitían a los viajeros y a los usuarios, utilizar el lugar como terraza de verano en la que se servían cafés y refrescos, mientras escuchaban el sonido de una gramola que sonaba en el interior.

Pese a la gran aceptación del principio, poco a poco fue perdiendo el encanto de la novedad por parte del vecindario y los usuarios del tranvía no estaban para sentarse a tomar alfo porque al llegar a la estación del funicular les tocaba otra espera.

En aquellos tiempos en que la calle Balmes no estaba abierta la llegada al lugar era bastante complicada, la falta de clientes determino que en 1925 las autoridades municipales decidieron cerrar el pabellón y posteriormente derribarlo.

ESTABA JUNTO A LOS JARDINES DE LA TAMARITA

El Pabellón estaba situado al lado de los actuales Jardines de La Tamarita, una finca propiedad de Francisco de Craywinckel descendiente de una familia de la nobleza belga, que se puso al servicio de la monarquía hispánica lo que le llevo a tener unos privilegios excesivos.

entrada al Pabellón

Fue uno de los principales personajes que con su influencia retraso la urbanización de la calle Balmes, ya que con la apertura perdía parte de los terrenos de su propiedad. Su primer propietario había sido Manuel Felipe de Craywinckel i de Pechmann, que había comprado los terrenos al Frare Negre.

La familia Craywinckel, a principios del Siglo XX, vendió unos terrenos al industrial algodonero Llorenç Mata i Pons que falleció en 1911. Con la muerte de Llorenç Mata, la dirección del negocio paso a Manos de su sobrino Alfred Mata Julià que en 1918 contrató a Nicolau Rubió i Tudurí para que le proyectara el nuevo ajardinamiento de la finca. El experimentado jardinero un año antes había sido nombrado director de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Barcelona

En aquella época Rubió también había diseñado y construido los Jardines de Santa Clotilde de Lloret de Mar. El chalet que se encuentra ubicado dentro de los jardines es otro de los lugares de triste recuerdo para muchas personas que Vivian en esa época en la ciudad, ya que fue utilizado como centro de detención de presos políticos y fue abandonada por la familia Mata.

Posteriormente hubo un acuerdo al pasar en 1993 a la titularidad pública en la que se le permitía construir un edificio anexo al antiguo edificio siempre y cuando con su construcción no perjudicase al primitivo el jardín histórico.


 

 

PABELLÓN DE LA GRAN AVENIDA DEL TIBIDABO

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