Cine Salón Chevalier, Barcelona.

UN CINE QUE DURÓ LO UN SUSPIRO

El Salón Chevalier, ubicado en el número 18 de la Plaça Catalunya de Barcelona, fue un local efímero dedicado a la figura del famoso cantante y actor francés Maurice Auguste Chevalier, nacido en París el 12 de septiembre de 1888. A pesar de su corta existencia, el Salón Chevalier dejó una huella en la memoria de la ciudad.

1932 SE INAUGURA Y CLAUSURA EL SALÓN CHEVALIER

Su inauguración en el verano de 1932 estuvo marcada por un contexto particular. La antigua Casa Segura, ubicada en el mismo solar que ocuparía posteriormente el Salón Chevalier, había sido adquirida por la Compañía de Aplicaciones Eléctricas (más conocida como la Canadiense) con el objetivo de construir allí su sede central. Sin embargo, el derribo del edificio se vio interrumpido tras la demolición de las cúpulas y los pisos superiores.

espacio dejado por el derribo.

Los acontecimientos que vivía la ciudad en ese momento, marcados por desórdenes y huelgas, obligaron a paralizar las obras hasta que la situación se normalizara.

Salón Chevalier

En este contexto que surge el Salón Chevalier, aprovechando el espacio disponible tras la suspensión del derribo. El local se convirtió en un homenaje al célebre chansonnier francés, con eventos y reuniones que celebraban su figura y su trayectoria artística. Aunque su historia fue breve, el Salón Chevalier se convirtió en un punto de encuentro para los admiradores de Chevalier y para aquellos que buscaban un espacio de entretenimiento en un momento convulso para la ciudad.

«LA CANADIENSE»

La historia del Salón Chevalier está estrechamente ligada a la de la Compañía de Aplicaciones Eléctricas (Canadiense) y a la Casa Segura, el edificio que ocupaba el solar donde se ubicaría el local. La Canadiense, con ambiciosos planes de expansión, adquirió la Casa Segura con la intención de derribarla y construir en su lugar un imponente edificio de catorce plantas. El proyecto estaba tan avanzado que incluso se había presentado a los medios de comunicación una maqueta del mismo.

proyecto de La Canadiense

Sin embargo, los planes de la Canadiense se vieron truncados por una serie de acontecimientos que se desarrollaron en Barcelona a principios de la década de 1930. La ciudad vivía un clima de tensión social y laboral, marcado por desórdenes y huelgas, especialmente las convocadas por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Estas protestas afectaron a diversos sectores, incluyendo la construcción, y obligaron a la Canadiense a suspender el derribo de la Casa Segura cuando solo se habían demolido las dos torretas y los pisos altos del edificio.

Ante esta situación, un grupo de emprendedores, aprovechando la coyuntura y la popularidad que en ese momento tenía en la ciudad el cantante y actor francés Maurice Auguste Chevalier, decidió alquilar los bajos del edificio y acondicionarlos para crear un local de ocio y entretenimiento.

La inauguración del Salón Chevalier coincidió con el estreno de la primera película sonora de Chevalier, «La Canción de París», en el cine Coliseum de Barcelona. La película tuvo un gran éxito, lo que benefició a la popularidad del local y atrajo a un público numeroso. Sin embargo, la historia del Salón Chevalier fue breve. La situación social y económica de la ciudad seguía siendo precaria y, tras un corto periodo de actividad, el local cerró sus puertas definitivamente a finales de 1932.

Maurice Chevalier

A pesar de su corta existencia, el Salón Chevalier dejó una huella en la memoria de la ciudad. Fue un testimonio de la capacidad de la cultura y el ocio para ofrecer momentos de evasión y entretenimiento en tiempos difíciles. Además, su historia nos recuerda la rápida transformación que experimentó Barcelona en las primeras décadas del siglo XX, y cómo los acontecimientos sociales y políticos podían afectar incluso a los proyectos urbanísticos más ambiciosos.

La escasa información que se conserva sobre el Salón Chevalier en las hemerotecas contrasta con la trascendencia que tuvo en la vida cultural de la ciudad durante su breve existencia. Este hecho refleja la dificultad de reconstruir la historia completa de espacios efímeros como este, que a menudo quedan relegados al olvido. Sin embargo, la memoria del Salón Chevalier sigue viva en el recuerdo de aquellos que lo vivieron y en la historia de la ciudad de Barcelona. Posteriormente, debido a la presión del pueblo y de las autoridades barcelonesas, el lugar se convirtió en la actual Plaza de Cataluña.

En 1876, el edificio fue adquirido por la familia Roses para construir su residencia particular, donde vivieron hasta 1924.

Casa Segura

En 1925, se construyó la Casa Segura, que durante varios años fue el edificio civil más alto de la ciudad. Sin embargo, este privilegio le duró poco, ya que en 1928 fue superado por el edificio de Telefónica. Con la urbanización de la Plaza de Cataluña, el edificio pasó a tener el número 18.

La nueva Casa Segura también fue conocida como «Casa Cabot», nombre de una importante joyería muy conocida que estuvo situada en uno de los bajos del edificio.

El Salón Chevalier fue inaugurado en la primavera de 1932. En él se realizaban reuniones de asociaciones políticas y culturales, así como algunos actos lúdicos que eran satirizados por los periódicos de la época.

La revista satírica «El Be negre» en su número del 28 de junio, titulaba «La audacia de los Comerciantes» y mencionaba que el Salón Chevalier había contratado al bailarín Armengol de Llano para atraer a algunos asistentes.

La revista D.I.C. en su número 54 del 5 de julio de 1932, hacía referencia en tono de sátira a que en el Salón Chevalier, para competir con Ruiz de Alda que daba conferencias sobre «Unió Catalana» en otro lugar, se había contratado a Ramón Franco para realizar una conferencia con los siguientes temas: «La llave del gentil hombre», «El comunismo libertario» y «El Estatuto de Cataluña».

Jordi Torras en un artículo publicado en La Vanguardia del domingo 15 de agosto de 1993 en su página 40 daba un repaso a los cines barceloneses y al comentar el Salón Chevalier decía: quizás también se proyectarían algunas películas a pesar de que nunca apareció en ninguna cartelera.

El Salón Chevalier tuvo una vida efímera…ese septiembre de 1932 unos meses después de su inauguración «la Veu de Catalunya» publicaba un reportaje criticando su construcción.


 

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